El video de una entrevista no fechada concedida por el celebérrimo científico Stephen Hawking a Andrew Dermont se publicó el pasado miércoles en el portal que dirige este último: Big Think. Vamos a copipegar la noticia del evento aparecida en prensa para resumir ese contenido que está escandalizado tanto a la opinión pública:
Stephen Hawking afirma que la Tierra puede quedar destruída en 200 años
LONDRES, 12/08/2010 (Agencias/ProtestanteDigital.com)
El físico teórico Stephen Hawking cree que la humanidad se habrá extinguido antes de que concluya este milenio a menos de que colonice el espacio, según declaraciones que recoge el portal de internet Big Think.
El británico Stephen Hawking, el astrofísico más famoso del mundo, se muestra bastante pesimista en la última entrevista que ha concedido (sin que se sepa la fecha exacta) y que este miércoles pasado se ha difundido por internet en el sitio Big Think. Según este conocido profesor de Física de la Universidad de Cambridge, la humanidad ha entrado en un periodo cada vez más peligroso y que corre ya el riesgo de desaparecer de nuestro planeta.
En el pasado reciente, la supervivencia de la humanidad «ha sido más bien una cuestión de suerte», afirma Hawking, quien en sus declaraciones puso como ejemplo la crisis de los misiles en Cuba, en 1963, cuando Estados Unidos y la antigua Unión Soviética estuvieron cerca de una confrontación nuclear. Según Hawking, que tiene 68 años y trabaja como físico en la Universidad de Cambridge (R.Unidos) «la frecuencia de tales ocasiones probablemente aumentará en el futuro y necesitaremos tener mucho cuidado y mejor criterio para superarlas exitosamente».
LOS PROBLEMAS DE LA TIERRA
Hawking advierte que la Tierra puede destruirse en un plazo de 200 años y que la única salida para los seres humanos es trasladarse a otros planetas. «Pienso que el futuro a largo plazo de la raza humana está en el espacio. Será difícil evitar una catástrofe en el planeta Tierra en los doscientos próximos años, sin hablar de los próximos mil años o los próximos millones de años», declaró el científico en el sitio de internet Big Think, que se describe como un «foro mundial que relaciona a la gente y a las ideas».
El astrofísico señala tres problemas provocados por los propios seres humanos y que pueden ya acabar con nuestra especie, al menos, con gran parte de ella: el cambio climático, una guerra mundial nuclear o biológica, o el choque de un asteroide. El planeta se está calentando, la población de la Tierra crece a un ritmo exponencial y los recursos naturales vitales para nuestra supervivencia se agotan más rápido de lo que podemos sustituirlos con alternativas sostenibles.
Aún si la humanidad lograra esquivar la extinción «sigue siendo una conclusión indiscutible que nuestro sol se expandirá y tragará a la tierra en unos 7.600 millones de años», añadió.
COLONOS ESPACIALES
Y en este contexto, Hawking indica que «ha llegado el momento de liberarnos de la Madre Tierra«. Por ello este astrofísico también propone una solución para poder colonizar otros planetas: construir un cohete cuyos motores viajen a la velocidad de la luz, porque, de lo contrario, con las naves actuales de la NASA tardaríamos 50.000 años en viajar a otro planeta habitable como la Tierra, pero que se encuentre en otro sistema solar.
HAWKING
Stephen Hawking, de 68 años, mundialmente conocido por sus trabajos sobre el universo y la gravedad, es el autor de ´Una breve historia del tiempo´, uno de los mayores éxitos de la literatura científica.
Afectado desde los 22 años por una esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa que provoca parálisis, se desplaza en silla de ruedas y se comunica por medio de una computadora y un sintetizador vocal.
Hace ya algún tiempo que el prestigioso científico se hace notar en sociedad con declaraciones bastante sensacionalistas. La anterior a ésta fue aquella reflexión pública alrededor de una posible invasión extraterrestre que hizo correr ríos de tinta, al hilo de la última moda en la Astrofísica que es la investigación en Exobiología, la búsqueda de vida extraterrestre (que hasta ahora arroja resultados muy prometedores). Mi opinión al respecto de todo esto, que ya vertí en un anterior comentario en el blog, es que, para empezar, el caso Hawking me resulta desde su inicio un fenómeno lastrado de demasiado eco mediático, que no se corresponde con la verdadera talla, no tan brillante, de sus aportaciones científicas. Y que, llegando a la séptima década de su vida y quizás al límite de sus investigaciones, es posible que cierto estado de «chocheo» le impulse a seguir buscando notoriedad de maneras un poco extra científicas (lo cua sería natural). Por otro lado, sin embargo, en Hawking tenemos a una personalidad «vip» extraordinariamente bien conectada con la élite cultural mundial, cuyas declaraciones habría que tomar como las de un portavoz de lo que se cuece en esos altos niveles de la opinión y la investigación, y ese posible aflojamiento del nivel mental propio de la edad puede que esté dejando aflorar contenidos que antes permanecían en secreto, en la sombra. Aunque quizás sea una postura consciente, bien meditada y reflexionada por él: para lo que le queda de estar en este convento, decide sacar ya a la luz sus verdaderas e íntimas preocupaciones.
En cualquier caso, como ya dije en aquel comentario, Hawking parece hablar cada vez más en consonancia con lo inconsciente colectivo. Desde el niño interior. Quiero que contrastemos ahora esta noticia con las declaraciones que Marie Louise von Franz hizo en la entrevista concedida a Françoise Selhofer durante el otoño de 1982:
FS -Jung tuvo una visión al final de su vida de una catástrofe. De una catástrofe mundial…
ML -No quiero hablar mucho sobre eso. Una de sus hijas tomó notas y tras su muerte me las dió, y hay un dibujo con una línea que sube y baja, y debajo están los últimos 50 años de la Humanidad. Y algunas notas sobre una catástrofe final que nos aguarda. Pero sólo tengo esas notas.
FS -¿Cuál es su propia impresión de la situación mundial?
ML -Bueno, todo se rebela en uno contra esa idea, pero desde que tengo esas notas en un cajón no me permito ser demasiado optimista. Creo, bueno, que siempre hemos tenido gueras y enormes catástrofes, y ya no tengo mucho miedo personal por eso. Quiero decir que a mi edad, si tienes que irte pronto de todos modos, digo egocéntricamente… Pero la belleza de toda la vida… Pensar en los miles de millones de años de evolución que llevó construir las plantas y los animales y toda la belleza de la Naturaleza, y que el hombre, por pura estupidez de su sombra, lo destruya todo… Es decir, que toda la vida podría desaparecer del planeta. Y no sabemos… Ni en Marte ni en Venus hay vida, no sabemos si hay otro experimento de vida en las galaxias, y vamos y destruimos esto… Me parece tan abominable… Trato de rezar para que no pase. Que ocurra un milagro.
FS -¿Le parece que los jóvenes que conoce saben esto? ¿Está en sus conciencias?
ML -Sí, está en su inconsciente, y creo que de un modo muy peligroso. Es decir, se abandonan y corren a un mundo de fantasía. ¿Sabe?, si estudia la Ciencia-Ficción verá que siempre está la fantasía de escapar a otro planeta y empezar de cero otra vez, lo que significa abandonar la batalla en esta Tierra, considerarla deshauciada y darse por vencido. Creo que uno no debería renunciar […]
Como vemos, desde hace rato está activado este mitema, que ahora usa a Stephen Hawking para expandirse por nuestra sociedad. En los sueños actuales de la gente doy fe de que está tan activo como entonces, si no más, consecuentemente con el progresivo deterioro de todo. Es muy posible que este giro que la Ciencia ha dado en los últimos años hacia la preocupación por la vida en otros planetas esté sustentado, entre otras cosas, por este sentimiento colectivo semiconsciente de que la Tierra ya no tiene solución y hay que ir buscando casa nueva en las estrellas. En tal caso estaríamos ante un fenómeno clásico más de interferencia de un contenido colectivo, en esta oportunidad milenarista, con el cauce de algo que pretende ser absolutamente objetivo e imparcial: la Ciencia. Una vez más estamos obligados a instar al físico y al biólogo a que estudien seriamente los arquetipos, si quieren de verdad saber qué están buscando en realidad, y en qué invierten los enormes fondos que se les otorgan. Por otro lado, si el mitema ha dejado de ser una fantasía cobarde adolescente, como decía Franz, para convertirse en una solución objetivamente inapelable, el destino de la evolución en este planeta está completamente en manos de la élite científica. Para estar aterrados…
La otra razón, bastante más consciente, por la que Hawking y sus colegas están tan preocupados ahora por la vida en el espacio (en forma de bacterias o de OVNIs), es porque a pasos agigantados se va descubriendo que nuestro mito genésico, nuestro mito de creación, favorito, el paradigma darwinista, que deja en manos del puro azar tanto el origen como la evolución de las formas vivas, no sirve. En los últimos años, la evidencia de que la vida es una necesidad cósmica, no una infinitesimal probabilidad, se expande. Y de ahí se deduce, por tanto, que el fenómeno biológico tiene que tener una expresión, nunca mejor dicho, universal. Cuando Franz decía «Ni en Marte ni en Venus hay vida» hablaba según el canon de aquella época. Ha llovido bastante desde entonces. Quizás incluso en Marte.
Aún hay otras razones que impulsan esta nueva moda de la Exobiología, pero dejemos eso para futuros ensayos.
«Ha llegado el momento de liberarnos de la Madre Tierra».
Madre Tierra es un arquetipo que en nuestra psicología se adhiere fuertemente a nuestra noción del cuerpo. Un hombre en silla de ruedas, desde hace décadas, tiene que sentir esa frase literalmente: abandonar la Tierra, el cuerpo, y viajar al espacio, al Cielo, es una liberación. Aunque yo trate de compensar el brillo mediático de Hawking una y otra vez, señalando sus limitaciones en el área de la Ciencia, y su falta de auténtica genialidad, tengo que decir que para mí es un individuo excepcionalmente ejemplar. El exitoso proceso que se ha dado en su biografía de sublimación de lo corporal en mental es nada más y nada menos que una epifanía gnóstica. Es el proceso arquetípico que inspira al yogui. Su enfermedad debía haber acabado con su vida a los 2 ó 3 años de ser diagnosticada. Está claro que se mantiene vivo sustentado en la alfombra mágica de la mente. Él es como un espíritu a medio desencarnar… Fascinante.
Ana dice
Me has dejado intrigada con la visión final de Jung sobre una catástrofe mundial. ¿Puedes ampliar dicha información? ¿Están publicadas las notas y el dibujo?
Raúl Ortega dice
No tenemos, Ana, mucha más información al respecto. Sólo contamos con las declaraciones de la Franz. Ya ha costado muchísimo publicar el Libro Rojo, así que imagínate lo que costará acceder a estos recónditos datos aún más comprometedores y delicados si cabe. Pero tienes a Franz amplificando un poco todo esto en las dos últimas partes (la 10 y la 11) del documental colgado aquí. Ese monólogo es sencillamente sublime.
Juan manuel dice
La vida parece tener sentido en si misma. Quizás necesitamos llegar a reconocer que mas que forma y concepto somos vida en estado puro. Imagina el desliz y cierta confusión si una orquídea pudiera cuestionar su lugar en el mundo, desarrollar un sentido de si misma que le lleve a preguntarse Quien soy? a Donde voy? y de Donde emerjo? obteniendo como única respuesta el murmullo del viento junto a ese pequeño insecto que la corteja, este simple acto propicia la danza de la vida a través de una expansion donde el único limite es el cielo.
Pero son las preguntas junto a su urgencia lo que nos mueve como especie, una mas, como si la vida no solo se consumiera en un éxtasis reproductor para no dejar un solo rincón de autodescubrimiento de ella misma.
Peguntas que fuerzan al ser humano ha autorealizarse y expandirse como una sonda exploradora omniabarcante sin limites. Un engaño metafísico, una broma que se gasta ella misma que nos propulsa a ser nómadas en el infinito espacio, abandonando a la madre tierra. La propia autodestruccion no es nuestra, es la destruccion creada por la vida que se alimenta de ella misma, no estamos separados de su propia causa y efecto, somos la vida.
Cabe mayor realización de la vida por la vida y en la vida, mientras ella se ríe de si misma ?……. que ella iniciando un viaje al interior de si misma de autodescubrimiento….?
Somos el alma enterprice «Simbolicos Pies» de la vida y nuestra única frontera,… cualquier camino que recorra el infinito…Quizas ha llegado el momento de abandonar a la madre que sabe que su hijo esta preparado para tal hazaña…Veamoslo positivamente y confiemos en el inconsciente colectivo como propulsor, el error esta en una falta de amplitud de miras por un exceso de autoegocentrismo primitivo.
Mientras tanto nos reencontramos y abrazamos. Es su propia alegria.
Abrazos
Juan Manuel
Moisés Garrido dice
Hace un par de años, comentaba algo sobre la figura de Jung en un foro virtual, cuando alguien saltó diciendo que Jung había sido un mediocre pensador, que no había aportado nada relevante al conocimiento de la psique humana y que sólo se había entretenido en elucubrar sobre cosas fantasiosas y absurdas. Le respondí con un «jajaja» y le espeté que era un indocumentado y que antes de opinar sobre Jung le estudiara a fondo.
Estimado amigo Raúl, no sé si debería decirte lo mismo después de comprobar la opinión tan desfavorable que tienes sobre Hawking. Y es que Hawking es a la cosmología lo que Jung a la psicología. Han sido dos grandes genios en sus respectivos terrenos. ¿Realmente crees que no son brillantes las aportaciones científicas de Hawking? ¿Consideras que ha sido titular de la Cátedra Lucasiana de Matemáticas de la Universidad de Cambridge porque le tocó en una tómbola (recordemos que es la misma cátedra que ocupó Isaac Newton)? ¿O que ha recibido sus doce doctorados «honoris causa» porque da pena verle en su estado físico?… ¡Por favor! Documentémonos un poco, ahondemos en sus investigaciones y estudios teóricos, y veamos si realmente ha aportado algo relevante o no sobre la asimetría del tiempo, la distorsión de la geometría del espacio, la unificación entre la relatividad de Einstein y la mecánica cuántica, la radiación emitida por los agujeros negros así como la forma en que se evaporan y desaparecen, y un largo etcétera de cuestiones esenciales sobre los enigmas del Cosmos. Recordemos lo meritoria que ha sido su aportación en el campo de la cosmología cuántica, por ejemplo. Posiblemente sea el físico que más tiempo ha invertido en el tema. Leamos, sino, algunos de sus trabajos sobre la «gravedad cuántica». De hecho, el debate que al respecto mantuvo con Roger Penrose en 1994 fue histórico. Representó una de las discusiones más avanzadas que se dieron en el siglo XX acerca de la naturaleza del universo. Un debate a la altura del que mantuvieron en su día Niels Bohr y Albert Einstein sobre los fundamentos de la mecánica cuántica. Léase «La naturaleza del espacio y el Tiempo», de Hawking y Penrose (Edit. Debate, 1996). O también una de las obras más sobresalientes sobre el asunto: «Agujeros negros y tiempo curvo», del físico Kip S. Thorne (Edit. Crítica, 1995), donde se recogen las aportaciones más importantes de Hawking sobre la relatividad general y los agujeros negros.
Para conocer a Hawking no hemos de quedarnos únicamente con esas opiniones suyas que a veces recogen los medios de comunicación, como la que citas. Es como si alguien pretendiera conocer a Jung a través de la prensa de la época, que seguramente se haría eco de algunas de sus opiniones más sensacionalistas. No, hay que leer sus obras, empaparse de sus investigaciones, reflexiones e ideas científicas, conocer sus logros y fracasos teóricos, etc.
A Hawking le queda todavía mucha cuerda (o super-cuerda) para seguir deleitándonos con sus conocimientos cosmológicos y no creo que esté «chocheando» todavía, como deduces sin argumento alguno.
Respecto a la visión de Jung sobre una catástrofe mundial, hace poco me encontraba preparando un trabajo sobre el cristianismo gnóstico y los manuscritos de Nag Hammadi, y consultando la obra «Jung y los Evangelios Perdidos», de Stephan A. Hoeller (Edit. Obelisco, 2005), para hacer mención del trascendental papel que Jung jugó en dicha cuestión, me topé con un comentario en el epílogo que decía así:
«Poco antes de su muerte, en 1961, Jung tuvo una serie de visiones de una gran catástrofe futura. Según Marie-Louise von Franz, encargada de la custodia de las notas y gráficos relativos a estas expresiones, Jung contempló una catástrofe a escala mundial, posiblemente de naturaleza de un feroz holocausto que ocurriría en aproximadamente cincuenta años (es decir, hacia el 2010) lo que, según algunos estudiosos, coincide con la controvertida fecha según la cual se dice que el calendario maya llega a su fin (…) Según Jung, vivimos ahora en un período del «tiempo final»: no se trata sólo de un ‘fin de siècle’, sino de un ‘fin de l’age’. Como tal, está lleno de grandes posibilidades, tanto destructivas como constructivas».
Yo no creo en profecías apocalípticas (hace unos meses publiqué un amplio reportaje en la revista ‘Enigmas’ mencionando los grandes fiascos apocalípticos y los movimientos sectarios que el milenarismo generó a finales del siglo XX). Estoy convencido de que Jung se equivocó con su predicción milenarista y que sobreviviremos al 2010, al 2012, etc., lo mismo que Hawking se ha equivocado en ocasiones con sus predicciones científicas (son muy conocidas sus apuestas con otros científicos sobre determinadas cuestiones teóricas, en las que algunas veces ha ganado y otras ha perdido). ¿Deducimos también que Jung «chocheaba» al tener esas visiones catastrofistas en las postrimerías de su vida?…
Los grandes pensadores, los genios, los revolucionarios de las ideas, quienes dedican mucho tiempo a usar su cabeza para desentrañar los misterios de la psique y del cosmos, unas veces aciertan y otras se equivocan… Pero la verdad es que hacen falta más Hawking en la ciencia y más Jung en la psicología.
Un saludo,
Moisés Garrido
Raúl dice
Para quizás entendernos mejor, vamos a redefinir el ambiguo término mediocridad en el sentido en que algunos físicos importantes, además de este humilde lego, hablan de Hawking: desproporcionalmente homenajeado. Un día nuestra sociedad, con su pródigo sistema de títulos, trofeos y premios, comprenderá la distancia que hay, a veces dramática, entre la fama y el éxito y las auténticas brillantez y profundidad, pero ese día aún no ha llegado. Exactamente igual que ocurre en el caso Carl Sagan, deberíamos preguntarnos seriamente si este hombre sería tan universalmente conocido si se hubiese encargado estrictamente de la investigación y no tanto de la divulgación mediática. ¿Qué hablaríamos de Hawking si su biografía no contara con el súper éxito de un libro como «Una Breve Historia del Tiempo»? ¿Qué sabría la sociedad sobre sus aportaciones a la pura Física Teórica si no llevase toda la vida adornando sus elucubraciones con sensacionalismos de prensa fácil como los viajes en el tiempo? En realidad, el lograr que los medios le presten mucha atención es algo que siempre ha motivado a este hombre. No es nuevo. La única diferencia es que ahora lo hace de un modo quizás algo más atropellado y aún más amarillista.
En su alter-ego Kip Thorne, otro cuya fama es inseparable del encantamiento tan ingenuo como universal que produce el tema de los viajes en el tiempo, tenemos un desarrollo quizás más coherente con ese sentido último que se esconde detrás: el año pasado renunció a su cátedra Faynman para aventurarse en la carrera cinematográfica de la mano de Steven Spielberg. Tarde o temprano, siempre canta el arquetipo de la «cabra que tira p´al monte».
Precisamente deberíamos tener muy presente que Hawking y Thorne son vocacionalmente catedráticos, a la hora de comprender tanto sus alcances como sus limitaciones. Como egregios profesores, su mundo es la formación, es decir, la divulgación, y es ahí de hecho donde han encontrado la catapulta de su prestigio. Por supuesto, catedráticos y doctores alcanzan esos títulos a través de un trabajo de investigación original, la tesis. Pero tesis se escriben cada día decenas, y no sacan del anonimato a la inmensa mayoría de sus autores. Dejemos que sea el mismo Hawking el que nos cuente cómo fue su brillante ingreso en el «hall of fame» de la Física moderna:
[…] cuando Penrose presentó su teorema, yo era un estudiante de investigación que buscaba desesperadamente un problema con el que completar la tesis doctoral. Dos años antes, se me había diagnosticado la enfermedad ALS, comúnmente conocida como enfermedad de Lou Gehrig o de las neuronas motoras, y se me había dado a entender que sólo me quedaban uno o dos años de vida. En estas circunstancias no parecía tener demasiado sentido trabajar en la tesis doctoral, pues no esperaba sobrevivir tanto tiempo. A pesar de eso, habían transcurrido dos años y no me encontraba mucho peor. De hecho, las cosas me iban bastante bien y me había prometido con una chica encantadora, Jane Wilde. Pero para poderme casar, necesitaba un trabajo, y para poderlo obtener, necesitaba el doctorado.[…]
Oppenheimer, Friedman, Heisenberg, por supuesto Einstein (aunque también excesivamente iconizado), y tantos otros, pertenecen a la auténtica primera división científica, raramente tan elogiada por esa masa que encumbra tanto a un Hawking o a un Thorne. Aquellos son creadores, innovadores, revolucionarios. Hawking es un eminente matemático, pero ni siquiera en este área alcanza los méritos de un Poincaré o un Gödel. Sus elegantes construcciones matemáticas han valido para mostrar, demostrar y pulir la coherencia de los caminos y las direcciones que en la Física han abierto otros, tras cuyos pasos camina. No es poco trabajo, y además muy valioso, pero tampoco es para tanto bombo. A veces, por aquí y por allí, puntualmente, acelera el paso y se coloca a la altura, pero son famosos sus traspiés, teniéndose que desdecir una y otra vez de sus propias afirmaciones. Por ejemplo, después de tener encadiladas a varias generaciones de frikis cientifistas, y alimentar su notoriedad a base de ello, en 2004 declaró públicamente: «Siento decepcionar a los aficionados a la ciencia ficción pero no es posible usar los agujeros negros para viajar a otros universos […] Si alguien cae en un agujero negro, su masa y su energía volverán a nuestro universo, pero de una forma distorsionada que contiene, sin embargo, la información sobre cómo era esa persona, aunque de forma irreconocible». El gran Rañada, otro ilustre catedrático de Física, en la Complutense, hizo este comentario a este suceso en el que Hawking y Thorne perdían la apuesta con su colega Preskill (¿alguien ha oído hablar de él?), hecho que tuvo una repercusión mediática instantánea: «Este episodio es también una muestra del modo en que otro sentido de la palabra información, el de los medios de comunicación de masas, está cambiando la manera de trabajar de los científicos que tratan de temas estrella. En vez de publicar primero en una revista especializada y esperar los análisis y las opiniones de los colegas antes de dar por probada una afirmación, se piensa a veces en la repercusión mediática».
Los viajes en el tiempo, como en general el área perteneciente a la tecnología y el logro inventivo, no han sido ni serán nunca la prioridad del auténtico físico teórico, cuya vocación se cierne sobre el aumento de comprensión de lo que sucede en el Universo, como el filósofo, y no tanto sobre los cacharritos o mecanismos que se puedan inventar a partir de eso. La íntima alianza entre la ciencia pura y la tecnología y sus éxitos mercantiles nos tiene ya muy acotumbrados a esa proliferación constante de tantas maravillas como monstruos que define el mundo moderno, y a la inevitable corrupción de la ciencia pura atrapada en el mundo de los negocios. Debemos decir que toda esta historieta de las máquinas del tiempo colocan a Hawking más cerca de un Arthur C. Clarke que de un Einstein. Y a un Thorne, literalmente, cada día más cerca de un Lucas o un Spielberg.
Podríamos hacer un inventario esquemático de los logros reales de Hawking en el campo de la Física. Por supuesto, yo no soy físico, así que puedo producir bastantes imprecisiones en este resumen. En tal caso, luego me desdiría como haría Stephen, y tan panchos:
-Demostrar de un modo matemáticamente sólido, junto con Roger Penrose, las ideas preexistentes sobre el Universo en expansión y el Big Bang desde los trabajos pioneros de Friedmann, Lemaître y Hubble, en la década de los veinte (la verdad es que me gustaría un día estudiar exactamente cuál es la aportación de cada uno de los dos a este trabajo). El logro fundamental de esta tesis es contradecir la teoría de un universo oscilante de Tolman, último bastión importante contra la teoría del Big Bang, argumentando que la singularidad que esta teoría necesita para ser creíble se deduce matemáticamente dentro del marco de la aceptada relatividad general einsteniana. Este camino fue iniciado por Penrose y su preocupación por los agüjeros negros, carro en el cual se monta Hawking posteriormente. Esta demostración acerca de la posibilidad de la singularidad da el definitivo espaldarazo a la teoría del Big Bang dentro del colectivo científico. Es una guinda en una tarta que ya tenía varios pisos. Paradójicamente, lo cual quizás sea un logro aún mayor de Hawking, él después rechazó las ideas que Penrose y él mismo volcaron en ese trabajo sobre la singularidad y se acogió al paradigma cuántico como más plausible modelo inicial del Universo. Así que aquello que definitivamente hizo mundialmente popular al Big Bang estuvo basado en una imprecisión especulativa convincentemente formulada.
-Trabajar prolijamente en la detallería matemática de la física del agüjero negro, un concepto que parte de las investigaciones de Oppenheimer y, mucho antes, encontramos ya elucubrado pioneramente en el siglo XVIII. En este área el trabajo de Hawking está lleno especialmente de claroscuros (parece que en consonancia con los conceptos de agüjero negro y agüjero blanco). Rápidamente empieza a hacer declaraciones sobre la posible relación entre agüjero negro y de gusano, y empieza a hablar de viajes en el tiempo. Esto lo catapulta a la fama mediática, pero lo cierto es que es el responsable de que la cultura popular mezcle esos dos conceptos indisolublmente, cuando son dos eventos físicos totalmente diferentes. El túnel de gusano es, en propiedad, el puente de Einstein-Rosen, y es teorizado dentro de la Relatividad General como un evento posible independientemente de la física de las estrellas colapsadas o agüjeros negros (a diferencia de los agüjeros negros, no tenemos a día de hoy ninguna prueba experimental sobre su existencia). Actualmente, como vimos arriba, Hawking ya no cree que un agüjero negro cree un túnel de gusano que sirva para viajar en el espacio-tiempo, aquello que lo hizo precisamente tan famoso. El agüjero negro vuelve a ser un devorador que digiere todo y que escupe sólo los huesos, para terminar al final evaporándose. Esta evaporación lleva su nombre, precisamente: la radiación Hawking. La gestación de esta teoría también está cargada de polémica, y de idas y venidas: después de publicar en 1972 un trabajo que defendía la premisa de que un agüjero negro no puede emitir partículas, visita en 1973 a los científicos rusos Zeldovich y Starobinsky, los cuales apostaban por la necesidad de que un agüjero negro las emitiera. De nuevo Hawking, a la zaga de otros pensadores, comienza a trabajar en esta posibilidad y la da por válida, mejorando el constructo matemático que ya habían creado los rusos. ¿Por qué no lleva esa radiación el nombre de Hawking-Zeldovich-Starobinsky?
Y ya está. El resto de la historia de éste que proclamas «nuevo Einstein» se llena con sensacionalismos, best-sellers, repercusiones mediáticas, empatía compasiva y muchos, muchos, títulos y premios, entre los cuales, precisamente, no está el Nobel. Que, siendo un churro que se otorga muy a menudo arbitrariamente, es llamativo que no posea. Mi especulación libre al respecto es que la comunidad científica está de hecho deseando otorgárselo, pero aún es incapaz de encontrar la excusa apropiada entre sus trabajos…
La moda de los agüjeros negros está ya algo pasada. Las dificultades teóricas para seguir especulando «ciencioficticiamente» alrededor de los viajes en el tiempo le han restado mucho atractivo al fenómeno. Posiblemente por eso Hawking vuelve a la carga ahora, llamando de nuevo la atención, con sus típicos sueños sobre viajes exóticos espaciales, pero basado en temas más actuales como son el cambio climático y la crisis planetaria. Posiblemente porque ahora es la Astrobiología la ciencia que llena la prensa especializada es por lo que salta a la palestra a hablar de extraterrestres, en los mismos términos que Freixedo, pero infinitamente menos argumentado que éste, porque no es un tema de su especialidad científica. Ahora Hawking parece buscar su lugar en el hall of fame haciendo a veces columnas de opinión desinformadas.
Muy posiblemente aquejado del mismo poblema que su colega, Thorne ha encontrado una salida más consecuente, desde cierto punto de vista, introduciéndose a la vejez en la fábrica del cine. Al pan pan, y al vino, vino.
¿Comparamos a Jung con Hawking? Colocarse a la altura de un genio que, solo, sin referencias, abre un camino nuevo para las ciencias y las religiones que supone un auténtico giro copernicano en la concepción del Universo es lo que el inglés quisiera, amigo Moi. Concédele esa gracia tú en tu magnanimidad, que a mí no me cuadra esa cuenta aritmética. Por otro lado, estoy a punto de escribir un artículo donde hablo de la posibilidad de que Jung fuera a día de hoy un desconocido si no hubiese estado amecenado en determinados puntos de su carrera por poderosas fortunas internacionales muy conspiradoras. Una vez más, la relación entre el valor y la fama pierde toda biyectividad.
Jung muy a regañadientes concedió entrevistas, y las últimas están colgadas en esta web. En ellas, en efecto, se ve a un Jung que ya padece los signos claros propios de la decadencia. Pero siguió siendo hasta el final un hombre comprometido con el rigor y la discreción, amante de huir hacia torreones antes que hacia platós. También se ocupó al final de los marcianitos, pero como hay que hacerlo: investigando, reflexionando y ensayando. Si Hawking quiere hablar de extraterrestres, que se empape de parapsicología y de casos, lo mismo que hizo con los agüjeros, y si quiere hablar de apocalipsis, que lo haga con datos, y no con la irresponsabilidad de lanzar cosas al aire que él bien sabe van a tener honda repercusión. Y para muestra, estas parrafadas.
Es una pena que este tipo de lumbreras no sigan ocupándose al cien por cien de los importantísimos asuntos que tenían entre manos. La teoría del Big Bang está muy lejos de estar correctamente apuntalada. Atesoramos hoy día datos tremendamente contradictorios que nos está lanzado el mismo Universo acerca de quién es y de dónde procede, que exigen toda nuestra atención. Pronto publicaré notas al respecto. Los interrogantes y las sugerencias que plantean cosas como la singularidad inicial y la esencia del tiempo son tan profundas que aquellos que mantengan su concentración en eso serán los que escriban el nuevo camino de la Ciencia. ¿Cómo era la entropía en el Universo inicial? ¿Por qué no se diluyó la sopa cuántica pre-histórica como se diluye un agüjero negro? ¿Qué ley cuántica predice la expansión en un sistema cerrado del espaciotiempo? ¿Por qué no somos capaces de encontrar las ecuaciones de unión de la micro y la macro física? ¿Es el tiempo una coordenada objetiva o una propiedad de la conciencia? Si todo esto no es más interesante que los viajes espaciales para pilotos de la Nasa…
Xabier dice
Vuelve a la carga
http://www.abc.es/20100903/sociedad/hawking-dios-201009030819.html
Raúl Ortega dice
Así es, Xabier. Estoy al tanto desde el primer momento, pero no he tenido tiempo hasta hoy de empezar a comentarlo.