Entretenida trifulca se ha armado en Francia con el nuevo libro del célebre filósofo ateo Onfray El crepúsculo de un ídolo, la fábula freudiana, donde arremete ahora con su punzante intelecto contra los pilares psicoanalíticos. Hago un copipega de la noticia (ver el original aquí):
Freud acusado de charlatán en Francia
Gerardo Lissardy
BBC Mundo, París
Un nuevo libro que acusa a Sigmund Freud de mentiroso, fracasado y adepto de los regímenes totalitarios, abrió un encendido debate en medios intelectuales de Francia sobre la figura del «padre del psicoanálisis».
Según el filósofo francés Michel Onfray, autor del libro El crepúsculo de un ídolo, la fábula freudiana, el psicoanálisis es comparable con una religión y su capacidad de curar a la gente semejante a la de la homeopatía.
El libro apareció esta semana en Francia, pero comenzó a generar controversia incluso antes de su publicación, con psicoanalistas que acusan a Onfray de errores y de ignorar hechos para defender su tesis.
«Necesidades fisiológicas»
Conocido filósofo, autor previamente del Tratado de ateología, Onfray plantea en su nuevo libro de 600 páginas un abordaje nietzscheano de Freud, bajo la idea de que «una filosofía siempre es la autobiografía de su autor».
A su juicio, el austríaco transformó sus propios «instintos y necesidades fisiológicas» en una doctrina con pretensión universal, pero el psicoanálisis es «una disciplina verdadera y justa en lo que concierne a Freud y nadie más».
Onfray sostiene que Freud falló en curar a pacientes que él mismo atendió, pero ocultó o alteró sus historias clínicas para que pareciera que el tratamiento que les había dado fue exitoso.
Por ejemplo, señala que Sergei Konstantinovitch, apodado por Freud como «el hombre de los lobos», siguió psicoanalizándose más de medio siglo después de haber sido supuestamente curado por Freud.
O que Bertha Pappenheim, conocida como «Anna O.» y presentada por Freud como un caso exitoso de tratamiento contra la histeria y las alucinaciones, siguió sufriendo recaídas luego del mismo.
Durante un debate con la psicoanalista francesa Julia Kristeva publicado esta semana en Le Nouvel Observateur, Onfray rechazó la noción de que el método de Freud «cura todo el tiempo».
«El psicoanálisis cura tanto como la homeopatía, el magnetismo, la radiestesia, el masaje del arco plantar o el exorcismo efectuado por un sacerdote, cuando no una oración ante la Gruta de Lourdes», sostuvo.
«Sabemos que el efecto placebo constituye el 30% de la cura de un medicamento», agregó. «¿Por qué el psicoanálisis escaparía a esta lógica?».
Dinero, sexo y fascismo
Además de cuestionar el método de Freud, Onfrey ataca su personalidad y lo presenta como alguien que fue capaz de cobrar el equivalente actual a US$600 en efectivo por sesión e incapaz de tratar a pobres.
Más aún, desde el punto de vista sexual lo tacha como una persona homofóbica y con un especial interés en temas como el abuso sexual, el complejo de Edipo y el incesto, y que se acostaba con su cuñada.
En términos ideológicos, Onfray sostiene que Freud coqueteó con el fascismo y que en 1933 escribió una dedicatoria elogiosa a Benito Mussolini: «Con el saludo respetuoso de un veterano que reconoce en la persona del dirigente un héroe de la cultura».
Y afirma que el creador del psicoanálisis buscó alinearse al canciller Engelbert Dollfuss, que instauró el «austrofascismo» en su país, y también a las exigencias del régimen nazi.
«Odio»
El libro ha generado airadas protestas y acusaciones desde círculos intelectuales de Francia.
La historiadora y psicoanalista Elisabeth Roudinesco aseguró en un artículo publicado por Le Nouvel Observateur que el nuevo texto de Onfray está «plagado de errores y cruzado por rumores».
Roudinesco acusó a Onfray de haber sacado las cosas de contexto y sostuvo que Freud «de ninguna manera se adhiere al fascismo y nunca hizo apología de los regimenes autoritarios».
«Cuando sabemos que ocho millones de personas en Francia se tratan con terapias derivadas del psicoanálisis, está claro que en el libro y en las palabras del autor hay una voluntad de daño», sostuvo.
En su debate con Onfray, Kristeva defendió el psicoanálisis como un mecanismo capaz de tratar problemas como la histeria, el complejo de Edipo o las conductas anoréxicas y bulímicas, entre otros.
«Onfray nos insulta cuando dice que el psicoanálisis no cura», escribió el psiquiatra y psicoanalista Serge Hefez en el semanario Le Point. «¿Qué hacemos todos nosotros en nuestros consultorios, centros de terapia familiar, conyugal, nuestros hospitales y servicios hospitalarios si no es ayudar al sujeto a convertirse en actor de su propia historia?».
Hefez afirmó que «el psicoanálisis sí cura, es un tratamiento útil y vivo, practicado por miles de terapeutas concienzudos que conocen de fracasos, éxitos parciales y éxitos».
Onfray respondió que muchas reacciones contra su libro evitan responder sus argumentos centrales y, en un artículo publicado en el diario Le Monde, preguntó si es imposible hacer una relectura crítica de Freud.
«Con este libro, algunos amigos me habían anticipado el odio porque me metía con el monedero», escribió. «Hoy me doy cuenta lo acertados que estaban…».
No podemos pedirle a Onfray que sea más ingenioso y original de lo que es capaz de ser y que se abstenga de usar descalificaciones tan tópicas, ramplonas y esloganescas como aquellas que hacen referencia al presunto fascismo de Freud, pero, en general, su ensayo no carece del todo de interés. Aunque ciertos puntos que trata de divulgar sean algo que debiera ser ya consabido por todos los interesados en la investigación psicológica. Que la historia de las modernas ciencias de Psique son un relato lleno de arbitrariedades, prejuicios, subjetividad y despistes como no se da en ninguna otra rama de las ciencias naturales es algo que tenemos que etiquetar de obvio. Que, sin embargo, en contraste con sus auténticas utilidad y verosimilitud, bien enfocado como negocio es uno de los más prósperos y boyantes que existen, lo hablé no más que hace un par de días con un colega (que es, dicho sea de paso, junto con las ratas, tan pobre como yo). Lo que la ciencia médica aporta al enfermo físico guarda infinita mejor proporción con el honorario al uso que lo que aportan al enfermo mental la psiquiatría y la psicología (aunque siga siendo también una proporción muy injusta). No, no sólo es un problema del Psiconálisis. Onfray se queda corto. Yo hablo de toda la ciencia psicológica en general. Si nos atrevemos al sensacionalismo de gritar que no cura el Psicoanálisis, habría que seguir avisando que tampoco lo hacen el Conductismo, ni la evolutiva, ni la cognitiva, ni la Gestalt, ni… Ni la Psicología junguiana. Me viene a la mente el título de aquel ensayo del junguiano Hillman y Michael Ventura titulado «Cien años de psicoanálisis y todo sigue igual».
Pensemos. La medicina ha alargado la esperanza de vida bastante en un siglo. La psicología se encuentra sin embargo cada década ante más y más prevalencia de la problemática mental. Eso sí: más clientes, claro.
¿Y ya está? ¿Éstos son los términos entre los que debe enmarcarse el debate? No. La primera responsabilidad como ciencia de la psicología es tratar de comprender y conocer la psique. Intentar curarla viene después. Atendiendo a esta prioridad, decimos de nuevo que el panorama en general es tan triste como lo es el paisaje de la práctica clínica, pero no del todo es tan así. Por ejemplo, un junguiano, inherentemente, concibe la psique como algo que se adapta hasta cierto punto a las consignas filosóficas que predica Freud, y el conductismo, y Adler, y el cognitivismo, y… Y después de cualquiera de esos puntos, continua hacia niveles más allá, hacia las últimas fronteras. La auténtica filosofía, ciencia, de lo que es la psique, es holística, o no es. Onfray avisa de que el psicoanálisis es sobre todo algo a imagen y semejanza de su autor. Bueno, dejando ahora de lado que eso pasa con todo, en realidad, incluso con las matemáticas (y, por supuesto, entre la obra de Onfray y él mismo -cosa de la que él mismo es consciente-), podemos contraponer que precisamente un investigador con un carácter más vasto y más complejo, creará una teoría psíquica de mayor alcance y, por tanto, más cerca de su objetivo final. En Psicología, como en ninguna otra disciplina, la importancia del sujeto investigador, su experiencia biográfica, y la complejidad de su temperamento es vital en el alcance y veracidad de su producción científica. Los mapas los hemos confeccionado explorando el mundo. Los mapas de la psique los confeccionan los que se aventuran por sus entresijos. No olvidemos nunca que en este área el investigador y el objeto de estudio coinciden. Lo que uno no descubre en sí mismo, no lo hará a través de ningún electroencefalograma ni estudiando ratas.
El primer problema llega alrededor del problema de la falsabilidad. Colón indicó el camino a América y todo el mundo desde entonces pudo ir. Jung habló de ciertas realidades que, no nos engañemos, la mayor parte de la gente jamás hará conscientes. Por eso Freud sigue teniendo más fama y popularidad. Porque el sexo es una realidad flagrante en todos.
Ahora vayamos con el problema de la terapia. Para mí, y para mucha gente, la comprensión, el análisis de lo psíquico, es el principal hilo curativo. Por eso tengo muy claro que una mala filosofía sobre la psique, un cuerpo teórico pobre, como es en efecto el Psicoanálisis, y como es en general el que presenta la ciencia psicológica moderna, no puede propiciar un verdadero reajuste psíquico. Excepto los casos en que la psique del paciente se conforme con un trabajo al nivel que sí alcance la eventual teoría de su sanador y aquellos, muy abundantes, en que la transferencia, la relación sentimental con el terapeuta, sea el alivio en sí que necesite, al menos temporalmente, como una taza de tila, esa psique dolorida. La mayor parte de los alivios terapéuticos se producen a través de la mera acción de acompañamiento, de enfermería, que hace el terapeuta. El amigo alquilado. Una vez alguien me dijo «Si hubiera en el mundo más amistad no harían falta tantos psicólogos». Exacto. Así es. En relación a esto, ¿qué más da que el amigo alquilado sea junguiano, o freudiano, o conductista? Esta forma de «éxito terapéutico» se da especialmente (obvio) en caracteres sentimentales. Lo cual no justifica las enormes sumas que se cobran, pero sí empieza a justificar en algo el ejercicio de esta polémica profesión. Por otra parte, el mero hecho de la transferencia bien sabemos que moviliza ciertas estructuras inconscientes que pueden poner en marcha el mecanismo de una más auténtica curación, el cual puede abrirse paso más allá del mero acompañamiento fraternal hasta producir el necesario reajuste realmente curativo. Digámoslo así: hasta en la consulta de los conductistas (y en las reuniones de Onfray con sus amigos ateos) los arquetipos, los dioses, están presentes. Así que nada queda al margen de lo que él llama «efecto placebo». Y yo entiendo que nos abre hacia el concepto de la autocuración. Lo cual es el quid de toda la clínica psicológica.
El terapeuta no es un cirujano. No podemos intervenir la psique. Es algo que queda mucho más allá de cualquier voluntad, poder y alcance. Lo digo mucho: sólo ayudamos a quienes se ayudan a sí mismos. Aunque, dicho con más exactitud, sería: «sólo ayudamos a quienes ayuda el Sí mismo». Si consideramos, como hay considerar, la auténtica cura como la integración de lo inconsciente en la conciencia, el incremento de conciencia, presupuesto que el Psicoanálisis y la Psicología junguiana comparten, el terapeuta sólo ayuda si es usado por el Self para poner voz a los contenidos inconscientes que quiere mostrarle al ego del paciente y obligarle a asimilar. El terapeuta sólo es útil si queda atrapado, sincrónicamente, en el destino que traza la línea curativa del «cuando el paciente está preparado, aparece el terapeuta». Entonces, lo que suele además suceder es que el sanador se transforma a la vez que su cliente.
El proceso no puede compararse a un tratamiento médico físico, con su cartesiana linealidad. Nadie aplica un método, pues el método se impone a la voluntad de los dos participantes en el proceso. La acción del terapeuta es esencialmente indirecta. Todo está en manos de la actitud y aptitud del paciente y de la disposición de su inconsciente. Todo es Dios mediante. Todo es un experimento alquímico. A veces los síntomas (de los dos) atraviesan un aparentemente contradictorio período de empeoramiento, que es de todos modos necesario. A veces el fruto del encuentro sólo aparecerá mucho tiempo después, lejos ya del tiempo de las sesiones. A veces, por supuesto, no madura nunca fruto ninguno.
La postura del profesional es profundamente pasiva frente al poder de los arquetipos (los verdaderos guías y médicos). En ciertos casos, es imposible distinguir lo que llega a la consulta de lo que aparece por la calle en forma de amistad o relaciones sentimentales. Son los mismos temas, las mismas tipologías, las mismas constelaciones arquetípicas, los mismos retos. En esos casos, todo es destino. El que el terapeuta haya llegado a estar ahí. El que cierta gente dé con él. Por un lado, estoy convencido de que el Self de las personas que van a terapia podría enviarles la misma información de otra manera. O sea, que el analista es contingente, prescindible. Al mismo tiempo, sin embargo, sé que están todos ahí convocados por el karma.
Ésta es la perspectiva junguiana más pura. Sinceramente, creo que quien aborde este trabajo de otro modo, quizás como se empeña uno en la fontanería u otra «profesión de provecho», se va a forrar vivo, seguro, pero está engañando al mundo y a sí mismo, aunque su consulta mantenga la media estadística de éxito alrededor del efecto placebo autocurativo. Esto no es una forma más de ganarse la vida y medrar en sociedad. Esto es una forma de entregarla.
Hay mejores y peores psicologías, en tanto hay mejores y peores científicos y ciencias. Pero no. Ni la mejor podemos decir que cura. La mejor lo es porque se pone al servicio del proceso autocurativo tratando de ser el mejor placebo posible.
Homeopatía, magnetismo, radiestesia, exorcismo, astrología… Qué gratas y certeras comparaciones. Es así. La verdadera disciplina terapéutica encuentra en estas cosas sus hermanas. Las verdades más esclarecedoras, curativas y exactas que sin embargo nadie va a atrapar fácilmente en un laboratorio ni haciendo estadística, sujetas todas al Principio de elusividad cósmica. Antipopulares y aristocráticas por esencia. Se pensará Onfray, con su típica razón de adolescente terrible, que ofende diciendo eso…
Emmanuel dice
Por Que tanto Odio ? Espanol
En un duro ataque plagado de errores y atravesado de rumores, publicado por Grasset el 21 de abril como “El crepúsculo de un ídolo. La conspiración freudiana.”, de Michel Onfray, quien no es un historiador e ignora todos los trabajos realizados durante cuarenta años por los historiadores reales de Freud y el psicoanálisis (decenas de ensayos en todo el mundo, la mayoría de ellos ha sido traducido al francés ), se presenta como si fuese el primer biógrafo de Freud, capaz de descifrar las leyendas doradas, ya invalidadas por décadas. Se transforma en narrador al descubrir las verdades ocultas que han sido disimuladas por la sociedad occidental – se dice dominado el mismo por la dictadura de Freud y sus milicias ¬se refiere a los Judíos, como los inventores de un monoteísmo mortífero y precursor de los regímenes totalitarios, Freud un tirano de todas las mujeres de su casa y perverso abusador sexual de su cuñada, machista homófobo, falsificador, codicioso, que cobra sus sesiones de análisis a € 450.
Describe al científico vienés como un admirador de Mussolini, cómplice del régimen hitlérieno (por su teorización del impulso de muerte) y hace del psicoanálisis una ciencia fascista basada en la adecuación del verdugo y la víctima. Tras declararse proudhoniano y a veces freudo-marxista, rehabilita el discurso de la extrema derecha francesa (Debray-Ritzen y Bénesteau, en particular,) con el cual mantiene una verdadera complicidad. Tales posiciones van más allá de un simple debate sobre Freud y el psicoanálisis. Ya que a fuerza de inventar hechos que no existen y fabricar revelaciones que no son, el autor de este trayecto precipitado y desordenado favorece la proliferación de los rumores más extravagantes: es así que algunos medios de comunicación ya anunciaron que Freud había residido en Berlín durante entre las dos guerras, que había sido el médico de Hitler y Göring, el amigo personal de Mussolini y un tremendo violador de mujeres.
Cuando se sabe que ocho millones de personas en Francia son tratadas por terapias que derivan del psicoanálisis, se ve, que hay en tal libro y en las afirmaciones hechas por el autor: una voluntad de dañar que no podrá, a largo plazo, sino levantar la indignación de todos aquellos -psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos, psicoterapeutas -que aportan una ayuda indispensable a una población desposeída por la miseria económica (los niños en desamparo, los locos, los inmigrantes, los pobres) por su sufrimiento psíquico, que ha sido de sobra resaltado por todos las colectivos de especialistas.
http://univ-paris-diderot.academia.edu/ElisabethRoudinesco/Papers/166077/Por-Que-tanto-Odio—-Espanol
Raúl Ortega dice
Sí… Lo único interesante del trabajo de Onfray es traer de nuevo a debate la polémica alrededor de la eficacia clínica del Psicoanálisis, algo que no es para nada nuevo. Comprobemos que Roudinesco no entra en este área, porque no le conviene entrar, y por eso realmente no hace una buena defensa de su posición. Sin embargo, tiene toda la razón cuando apunta hacia la falacia de todo lo demás que Onfray habla en su libro. El resto de cosas que él trata (las maldades del monoteísmo, la filiación fascista freudiana, etc.) y el estilo de sus argumentaciones se contextualizan dentro de su perspectiva filosófica personal, que pertenece a la paupérrima, disparatada y chabacana rama «dorada» de la filosofía materialista anglofrancesa ilustrada. De la que podemos decir en conjunto que es la fábula sobre el mundo y las cosas más grande y más dañina jamás contada (incluso cuando no se inventa rumores históricos -cosa que hace muy a menudo-). ¿Por qué digo esto con tanta contundencia y seguridad? Porque debiera ser obvio para todos que ese estilo filosófico-científico nace desde una nula sensibilidad para captar nada más y nada menos que la fundamental realidad de lo Inconsciente. Nace desde una mutilación, una minusvalía, psicológica. Onfray es un ciego más que piensa que porque él no es capaz de verlos, los colores no existen. Y es multitud la gente así, y han logrado dominar el mundo en nuestra era… Y así nos va.
Es una afección que a veces tiene cura. Aunque, como vemos, el éxito terapéutico en este empeño está de todo menos garantizado…
Yamil Di Salvo dice
El artìculo de este peresonaje en la revista noticias es deplorable. Deberìan invitarlo al programa de Tinelli, para eso y no màs puede…
Raúl Ortega dice
No he podido hacerme con el artículo completo de Noticias, sólo con la parte que se han permitido publicar online. Parece que en él Onfray hace un resumen del trabajo historiográfico que vertebra su libro, contando chismes privados de Freud. Como ya hizo Richard Noll en su «Jung, el cristo ario». Por eso supongo, Yamil, que lo comparas con un participante de los programas de chusmeríos de Tinelli.
Bien, sin conocer más contenido, basándome solo en lo que dispongo, sigo diciendo que el acto de escarbar en la biografía de los grandes teóricos es una apuesta legítima de conocimiento. Porque hace mucho tiempo que vengo exponiendo que es imposible separar la obra de la vida en ningún autor. Chusmear en la biografía de los autores es un genuino acto psicoanalítico. Per se, es positivo. Chusmear en la vida de los forjadores del psicoanálisis, que lo crearon a base de chusmear en sus intimidades sucias y las de los demás, es doblemente apropiado. Los caminos de las psicologías de lo Inconsciente empiezan en los programas de Tinelli; digámoslo así. Investigando quién se acostó con quién, aireando las desviaciones sexuales de la gente, las envidias, los oportunismos hacia el poder, aireando todo tipo de trapos sucios. Ese es el inicio del camino hacia el alma. La puerta es, en efecto, la sombra, y la sombra está llena de Eros y de Ares, de placer y de poder. El problema empieza cuando, una vez informados de los detalles escabrosos, una vez catartizado el contenido, llega el momento de interpretar, y avanzar más allá. Porque hay un más allá de la sombra personal. En Freud y en todos los demás.
Freud hizo un trabajo de interpretación de la sombra, suya y ajena, ciclópeo y genial. Onfray sólo se acerca a la caricatura y a la pantomima de un psicoanálisis de la sombra de Freud. Por ejemplo, es incapaz de distinguir y elevarse desde lo personal a lo universal en estos asuntos, cosa que sí hizo bastante bien el vienés. Si Onfray pretende convencernos de que todo lo que contó Freud le concierne a él, y sólo a él, va listo el tonto. Para mí hace rato que está claro que el padre del Psicoanálisis es el vocero de un poder primordial de lo psíquico, la sexualidad, un poder que es universal, y lo hace desde el prisma de aquella estructura libidinal que es especialista en este tema: Escorpio. Desde Escorpio, que es capaz de ver la sexualidad desde una profundidad que otra estructura dinámica es incapaz, las drogas y el sexo forman, en efecto, un todo sin solución de continuidad. No forma parte del capricho personal e individual el coqueteo con la coca, la adicción a los puros, el estudio juvenil de la sexualidad de las anguilas y acabar escribiendo Tótem y Tabú. Eso está guiado por un complejo universal, un arquetipo. De ahí que su fama se extendiera como la pólvora. Fama que, dicho sea de paso, sigue sin hacerle verdadera justicia. Porque seguimos sin entender el verdadero alcance de la brutalidad sexual que nos es inherente desde bien pequeños. Seguimos teniéndole pánico a mirar de frente hacia la puerta que abrió Freud y aceptar nuestras consustanciales grosería y drogodependencia escorpianas.
Ahora bien, me queda claro que Freud no dio para más, cuando aún quedaba lo más interesante. E igualmente claro, incluso a través de lo que conozco de su propia biografía, que Onfray no está capacitado para criticarle a partir de cierta profundidad (ni a él, ni al Psicoanálisis, ni a un montón de cosas que lleva media vida criticando). Hasta ese punto, bien está que alguien remueva cacas y obligue a la comunidad a replantearse las cosas. Porque están lejos de estar bien, en la teoría y en la práctica.
Nora Galliano dice
Hablando de remover cacas…
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-17908-2010-05-11.html
Raúl Ortega dice
Cherchez la femme. Posiblemente la apreciación más profunda y aguda de toda la filosofía francesa se resuma en esa expresión (exagero, lo sé, pero lo hago a gusto). No hay Divina Comedia sin Beatriz, Himnos a la Noche sin Sofía, ni Psicología analítica ni Psicoanálisis sin Dora, Anna O., Sabina o Wolff. Ni Dios sin Virgen María ni Ben Laden sin madre que lo parió. No existe individuación, ni crecimiento psíquico alguno que no incluya una rocambolesca historia de amor. Ni monasterio sin adolescente escondida de madrugada en la cocina.
Una vez sabido, comprendido esto, podremos empezar a hablar con cierta propiedad de proyecciones, transferencias, anécdotas de reality show y de si Jung se metía en una cama con Spielrein, como apuesta Bettelheim, o no, como asevera Carotenuto. En realidad, lo mismo da. Porque lo importante, lo que va a cambiar la historia, no es el hijo o no hijo Sigfrido, bastardo, que tenga o no tenga Jung con tal o cual amante, sino la inmensa transformación personal y, a la larga, social, que supone el encuentro de un creador, o una creadora, con la musa o muso de turno. En este tipo de encuentros es donde se ve mejor lo que exactamente significa el crecimiento de la flor de loto desde el lodo. Donde la oscuridad de las pasiones y las traiciones acaba escupiendo ella, y nada como ella, la más brillante luz.
Sí, es así: sin pecado no hay salvación. El Deus Absconditus se encuentra al final del camino que abren las etapas oral, anal, fálica y genital.
Moisés Garrido dice
Observo que habéis profundizado bien poco en la vida y obra del gran Michel Onfray, al que considero a uno de los mejores filósofos del momento, siendo de los poquitos que se han atrevido a enfrentarse al establishment universitario, abandonando sus aulas y fundando su propia universidad libre y gratuita, sin titulitis ni nada que se le parezca. Filosofía, arte y música: ese es el contenido esencial de su templo del conocimiento en Caen (Francia). Y está teniendo una acogida tremenda. Por cierto, en algunas de sus obras -y yo sí me he leído todas- habla bien de Jung cuando lo cita y de paso aclara quién fue el verdadero fundador del psicoanálisis muchos siglos antes de Freud. Supongo que lo sabréis ¿no?… Y si no es así, leed las obras de Onfray. 🙂
Primero, leamos el libro sobre Freud. Y luego, critiquemos al autor si sus 600 páginas son un panfleto, que lo dudo mucho, pues si están tan documentadas como sus anteriores obras, será un trabajo bastante digno y a tener muy en cuenta. Y si ha sido capaz de sacar a la luz las miserias y las falacias del psicoanálisis freudiano -que las tendrá, como las tiene la ufología, la parapsicología, la astrología, la política, el arte, etc.-, pues bienvenido sea ese conocimiento. Así que, parafraseando a Aristóteles, habrá que decir: «Soy amigo de Freud, pero más amigo de la verdad». Y, al menos yo, más amigo de Onfray, que propone una filosofía atea, hedonista -la epicúrea, nada que ver con el consumismo de nuestra decadente sociedad- y antiplatónica. Y para ello, ha rescatado del olvido a los grandes filósofos silenciados por la historiografía oficial (y también ha rescatado a los gnósticos de forma brillante, frente al cristianismo paulino imperante y represor). Eso sí que es luchar contra el establishment académico, social, cultural, etc.
Un saludo,
Moisés
Raúl Ortega dice
Cuando leí en su día el «Tratado de Ateología» de Onfray no pude encontrar nada realmente original en la esencia de su discurso. Nada que no fuera lo que esperaba encontrarme allí con antelación. No tiene misterio: su forma de razonar contra el pensamiento y la realidad religiosa es la episteme nuclear de toda nuestra cultura, y es la forma de pensar que yo mismo, sin ir más lejos, tuve hasta los 22 años. Idéntica argumentación. Por supuesto el francés aliñando el discurso básico positivista con un montón de ilustrativos condimentos, inteligentes excursos y fértiles asociaciones que ni ahora yo sería capaz de hacer.
Sin duda alguna, entre los franceses sigo prefiriendo a Rousseau, con su deísmo naturalista, directo precursor del ecologismo moderno.
Diría que todo este tipo de pensamiento, incluido el rousseauniano, es una excelente lectura para adolescentes. Es no sólo apropiado, sino ideal, para una etapa que necesita atravesar el desarrollo de la función intelectual, a nivel individual, y a nivel colectivo. El racionalismo corresponde psicológicamente a la necesidad de rebeldía e independencia sin la cual no madura la inteligencia del pensador. En una etapa de su desarrollo, el filósofo tiene que oponerse a todo lo materno, a todo lo heredado, a todo lo arcaico, mítico, a todo el uso, costumbre y ritual que no tengan un claro y sensato por qué, para encontrar su propio camino. Tiene que oponerse a la intuición, a la institución, a los sueños, afilarse con las matemáticas y el ensayo y error entrenado en la pura materialidad. Pero el desarrollo no puede quedar ahí, así como la Humanidad no puede detenerse por más tiempo en el siglo XVIII, como no pudo detenerse por más tiempo en el siglo I a.c. En algún momento el adolescente tiene que crecer, y enfrentarse a los verdaderos enigmas de la existencia.
El Tratado de ateología merece bastantes comentarios, y quizás sea buena idea crear un artículo ad hoc. Lanza hilos por aquí y por allí muy interesantes. Como cuando plantea que la permisividad laica actual convoca un relativismo filosófico donde todo vale, y entonces, en efecto, no vale nada:
¿Igualdad entre el creyente judío persuadido de que Dios se dirige a sus antepasados para confiarles su elección y, para hacerlo, divide el mar, detiene el Sol, etc. y el filósofo que procede conforme al principio del método hipotético-deductivo? ¿Igualdad entre el fiel convencido de que su héroe nacido de una virgen, crucificado bajo Poncio Pilatos, resucitado al tercer día, pasa días tranquilos desde entonces sentado a la diestra de Dios padre y el pensador que deconstruye la fabricación de la creencia, la elaboración de un mito y la
invención de una fábula? […] Ese relativismo es perjudicial. De ahora en adelante, con el pretexto de la laicidad, todos los discursos son equivalentes: el error y la verdad, lo falso y lo verdadero, lo fantástico y lo serio, El mito y la fábula pesan tanto como la razón. La magia vale tanto como la ciencia. El sueño, tanto como la realidad. Ahora bien, todos los discursos no son equiparables: los de la neurosis, la histeria y el misticismo provienen de otro mundo que el del positivista
Tiene razón. Nada es igual. La verdad no es democrática.
O bien cuando señala que el pensamiento occidental, aún laico, no puede dejar de permanecer atado a la herencia cristiana:
Aunque el tribunal funcione sin símbolos religiosos, actúa, sin embargo, de acuerdo con esa metafísica: el violador de niños es libre, puede elegir entre la sexualidad normal con una pareja responsable y la violencia aterradora con víctimas que destruye para siempre. En su conciencia, dotada del libre albedrío que le permite optar, prefiere la violencia, ¡a pesar de que hubiese podido decidir otra cosa! De modo que el tribunal puede pedirle cuentas, escucharlo apenas, no oírlo y
mandarlo a prisión por varios años, donde con toda probabilidad se dejará violar a manera de bienvenida antes de pudrirse en una celda de donde lo sacarán después de haber desatendido la enfermedad que lo aqueja…
Problema que en efecto es insultante hoy día para cualquier intelecto medio entrenado, que se enfrenta en el panorama político a decisiones procedentes aparentemente del sector más progresista y liberal cuando en realidad son la rancia expresión de la más beata mojigatería. Provocando lo que yo llamo esquizofrenia colectiva. Demasiados mensajes contradictorios.
Pero falta señalar otra vez que su pensamiento, el de él mismo, es uno más que no escapa a ciertos básicos de la episteme cristiana. Da por sentado demasiados bienes y males que atufan decididamente a cristianismo, que su maestro, Nietzsche, no se hubiera atrevido a defender.
Sin embargo, quizás lo más interesante de este libro esté aquí:
El tercer tiempo hacia el que nos encaminamos -el continente poscristiano- funciona de la misma manera que lo que separa a los continentes paganos y cristianos. Extrañamente, el fin del precristiano y el comienzo del poscristiano se parecen: el mismo nihilismo, las mismas angustias, los mismos juegos dinámicos entre el conservadurismo, la tentación reaccionaria, la añoranza del pasado, la religión de la inmovilidad y del progresismo, el positivismo y la afición al futuro
Es lo que venimos diciendo hace décadas: que la Historia es circular, que ya pasamos un momento similar a éste en el cambio hacia el eón cristiano, que ya atravesamos un siglo de las luces antes de Cristo y que ya sabemos hacia dónde acaba dirigiéndose todo una y otra vez. Que es de lo que Onfray no se da cuenta. Ha intuido parte del fenómeno histórico, pero sigue, en su adolescencia, sin darse cuenta de todo el cotarro, usa el «extrañamente» precisamente porque no entiende por qué es así, y lo que en verdad significa. Está convencido de que el mundo por venir es un mundo ateo, y que la religión está sellada con la derrota. Yo estoy convencido justo de lo contrario, avalado por la Historia y por toda una colección de pruebas filosóficas y psicoanalíticas. Onfray, que está seguro de que no se puede hacer filosofía sin hacer psicología, y eso le honra, algún día comprenderá que quien apuesta por la luz de la conciencia, y no por el misterio de lo inconsciente, es quien está apostando a perdedor frente al porvenir. En su vida personal y en la social.
Creo que Tratado de ateología es el libro no específicamente psicoanalítico que más veces usa la expresión «pulsión de muerte». Para acabar enfrentándose a Freud, él ha parecido durante muchos años un excelente perro guardián del constructo freudiano. No sé si estará enterado a estas alturas, a lo mejor lo aclara en su nuevo libro, de dónde procede esa tan cara para él expresión. Pulsión de muerte es un concepto que llega a Freud desde Sabina Spielrein, y que ésta elabora destilándolo desde Jung. Desde tiempo inmemorial, Escorpio rige la tragedia amorosa, pues no hay verdadero sexo sin muerte, como no hay parto sin dolor. Así que esa idea complementaria al Principio del placer tenía que llegar a Freud e infiltrarse en su obra, que está regida por Marte y Plutón. Pero ni Sabina ni Freud ni Onfray fueron capaces de vislumbrar el tercero no dado, el Tao que unifica a los dos: el mitema del RENACIMIENTO. El Cristianismo, sin embargo, sí. La Psicología junguiana, también. Aquellos que están seguros que van más allá del cegato pensamiento mágico, se quedan sin embargo por debajo de él. Nos pasa a todos en algún momento de la vida. Qué le vamos a hacer.
En lo peor que se puede encontrar uno en Tratado de ateología están los chuscos intentos de Onfray de psicoanalizar a Pablo de Tarso, su torpe acercamiento de aficionado al análisis de la histeria, a la problemática sexual/espiritual, propia de psicoanalista barato (bueno, caro pero malo), los datos imprecisos o directamente erróneos vertidos por aquí y por allá acerca de sucesos históricos (sobre todo al referirse a la tardoantigüedad), y el uso una y otra vez de los cansinos eslóganes modernistas alrededor de nuestros satanes favoritos: Hitler y Cia. Satanizar sin profundizar más allá acerca de lo que significan realmente las cosas: pensamiento típico judeocristiano. El que tanto repele al francés. Él, que pide expresamente a la sociedad una comprensión diferente para el monstruo pederasta y violador, algo que me parece tan valiente como adecuado, ¿es incapaz de pedirse a sí mismo un estudio allende el lugar común de lo que significan en verdad los fascismos en el siglo XX? Parece que sí, que es incapaz. Porque sigue usando el mismo argumento también en su último libro cuando se lanza en picado a desacreditar a Freud.
Con respecto a la Universidad de Caen, sólo decir que los auténticos dones de la filosofía se encuentran paseando a solas por los pasillos de la propia casa o quizás saliendo un rato al parque. Desde la ventana del propio claustro el filósofo observa el mundo mientras medita en lo que no se ve. Un mirlo se posa en una rama florida. La primavera llegó. Ahí comienza el Big Bang de la conciencia. Y hasta digo que ahí termina. Todo lo demás puede estar muy bien, incluido leerse la obra completa de Onfray, pero para la filosofía, en sí, para el conocimiento, demasiadas cosas no son más que relleno.
Roberto dice
Estimado Hugo:
Sabina Spielrein introdujo a Freud en el pensamiento de Empédocles de Agrigento?
Te pido me alcances alguna guía para orientarme en esa vertiente, porque de ser esto cierto, hace 27 años que le enseño mentiras a mis alumnos de la Universidad.
Muchas Gracias!
Raúl Ortega dice
Raúl, Raúl, estimado Roberto. Hugo también lleva una u lobuna pero le falta la pluma en el sombrero. ¿Empédocles sólo? Y Lao Tse. Y Heráclito. Y un tipo a tres cuadras de mi casa medio analfabeto, que jamás aparecerá en enciclopedia alguna. Y un Neanderthal en el Aragón prehistórico. La idea de los opuestos en el corazón mismo de la dinámica del ánimo y de todo el Universo es una de las Ideas más puras que habitan el Inconsciente Colectivo de un modo completamente espontáneo y natural. Esas Ideas no tienen copyright, si nos remontamos a sus auténticos orígenes. Los intelectuales lo que hacen es traerlas eventualmente a la conciencia racional, a través de la inspiración, ayudados por otros o por pura contemplación introvertida, y si logran hacerse de muchos amigos influyentes, las ponen de moda. Así se pasa del inconsciente al consciente colectivo. En la reactualización psicoanalítica del arquetipo en nuestra época, la etiología de cómo llegó a la conciencia de Freud (y de ahí al mundo) esta Idea la conocemos. Sabina Spielrein funciona de musa para Jung, y también para Freud. Es un bello ménage à trois. En Jung, esta Idea acaba siendo la raíz de la que nacen sus tan populares como las dos pulsiones de Freud introversión-extraversión. Pero ¿y qué decimos de las cuatro funciones junguianas? ¿Acaso no parece un caso más flagrante aún de empedoclismo? Ahora bien, los elementos de Empédocles también son el fundamento de la Astrología (¿huevo o gallina?). Y en la tradición China hay cinco elementos (también en nuestra cultura se cuela por aquí y por allá un quinto). Y en la India, exactamente los mismos cuatro que en Occidente.
Arquetipos, arquetipos. Esa es la madre del cordero. El auténtico profesor de los buenos filósofos es el Inconsciente Colectivo, que es a la vez el gurú de los místicos y religiosos. Sobre esto no podemos albergar a estas alturas la más mínima duda. ¿Acaso no es la esencia de la psicología junguiana un mero remake de la filosofía platónica?
Ahora bien, una vez hecha la asimilación, en base al amor de los elementos, podemos hacer la separación, en base al odio. Que existe algo en el Universo que se compone de cosas que metaforizan muy, pero que muy bien, lo de agua, tierra, aire y fuego, parece incuestionable. Pero no es desde luego la materia entendida científicamente (aunque sin perder de vista cosas tales como que Niels Bohr se hizo incluir en su escudo familiar el símbolo del Yin Yang, como mejor manera según él de expresar la verdad dinámica subatómica). Que se pueda aislar en la dinámica psíquica una Pulsión de muerte tal y como la entendió Freud es prácticamente una fábula. Un mito. El cual apunta siempre a la verdad, pero que si tomamos literalmente, nos engaña y enajena. La sexualidad y la agresividad sí están íntimamente relacionadas en la libido del varón humano. Es una realidad a nivel hormonal incluso. Eros y Ares. Los amores de Afrodita y Ares lo escenifican para todos mitológicamente. Pero la violencia ariana nos remite al instinto de supervivencia, lo cual es justo lo opuesto de una pulsión de muerte.
Se suele decir que Freud empezó meditando en el narcisismo que tanto subrayó Sabina para acabar llegando a su pulsión de muerte. Se extravió su razón, en algún lugar del camino que señalaba su intuición. Porque el narcisismo a lo que lleva, propiamente, es al concepto de introversión. Jung sí halló la auténtica salida. Y esto va a ocurrir una y otra vez si comparamos la producción de ambos autores. Freud era un maravilloso reactualizador de mitologemas. Revestía los místicos postulados arquetípicos de toda la vida con unos trajes muy de moda al corte y confección biologista-materialista que tan bien parecen sentarle al feo hombre actual. Esa es su grandeza, y su peligro.
Lisabibi dice
Yo no he leído el libro. He visto en youtube la presentación que hace de él. Habla demasiado rápido, pero aún así le he entendido. El que no ha entendido nada es Michel Onfray. Me ha parecido un discurso absolutamente panfletario, y me ha quedado claro que no ha entendido a Freud. Ha entendido lo que le convenía, que es distinto. En un momento dado ha dicho que Freud apoyaba el nacionalsocialismo, que no había más que leer «El malestar en la cultura» para verlo. Sí. Claro, clarísimo. Si alguien se tomase la molestia de leer dicho libro que es muy bueno, pero no demasiado fácil, se dará cuenta inmediatamente de que el libro explica y afirma, el porqué de las guerras, y que dada la estructura de la psyche humana, siempre las habrá. Parece que la historia le da la razón a Freud. La diferencia es que Freud explica el por qué de esto, y Onfray ve aquí una defensa del fascismo, cuando no hay una defensa de nada, sino tan solo una explicación, que por cierto, no favorece absolutamente a ninguna etnia, raza, ideología o nación. No me gusta nada resumir, pero aquí es lo único que puedo hacer. El resumen de lo que se dice en «El malestar de la cultura» es éste: donde yo estoy, tú no cabes. De este resumen que hago se deduce que Freud no solo no apoyaba los fascismos, sino cualquier identidad que tenga como consecuencia la xenofobia, la homofobia y todas las demás fobias posibles. Es decir, absolutamente todo lo contrario de lo que Michel Onfray afirma. Cuando ha hablado de «Moisés y el monoteísmo» ha incurrido en contradicciones graves. Es cierto que Freud compara a Moisés el egipcio, con el Moisés el moabita, y éste segundo no sale muy bien parado con respecto al primero, pero de ahí a decir que Freud era antisemita….una barbaridad absolutamente escandalosa. Porque en ese libro no se trata tanto de la figura de Moisés, como de comparar las religiones politeístas con las monoteístas, en donde efectivamente las segundas salen peor paradas que las primeras. Y es que Yahvé no era lo que se dice un angelito. Recordemos por ejemplo cuando ordena a Abraham sacrificar a su hijo Isaac. En mi modesta opinión, Freud tenía razón. Los griegos al igual que los egipcios y muchísimas culturas politeístas, al tener por así decirlo varios dioses humanos, demasiados humanos, el resultado se parecía más a un parlamento democrático que a la dictadura de un solo Dios. Y estoy diciendo esto yo, que soy tan cristiana, pero es que Jesús no era Yahvé, sino su polo opuesto. En fin, lo que he escuchado ha sido un discurso caprichoso, sectario, falto de rigor, y con clara voluntad de dañar. Curioso que no haya hablado de Lacan. Bueno, no tan curioso, que eso es ya de otra envergadura y ahí no se ha atrevido a meter el hocico, porque hubiera metido la pata. Puede que Michel Onfray sea muy famoso en Francia por ser polémico, pero si queremos rigor, en España tenemos un filósofo vivo divino, ameno, a veces no demasiado fácil, pero en cualquier caso accesible para todo aquél que esté familiarizado con el pensamiento filosófico: Eugenio Trías. Admira a Nietzsche, como Onfray, pero también a Freud, al que ha leído mucho, y con la suficiente profundidad para haberlo entendido también muy bien.
En Francia, con Michel de Montaigne, ya van que arden. La filosofía ha sido en la modernidad más bien cosa alemana, y Eugenio Trías ha bebido de ella, concretamente de Heidegger.
Y en la antiguedad, Grecia, sin ninguna duda.
Y nosotros tenemos a Cervantes que posiblemente tenga más sapiencia que todos los filósofos juntos.
Raúl Ortega dice
Lo primero que habría que decir es que ser ateo, como lo es Onfray, no agota su definición en la parca declaración «persona que no contempla la realidad de lo trascendente». El ateísmo es sólo una de las cualidades de un tipo de pensamiento que tiene su particular opinión no sólo sobre lo que es la última verdad de la fenomenología natural, sino también, y sobre todo, cree saber cuál es la última verdad política, sociológica e histórica. Ciertamente, no vale esta aclaración para abarcar el fenómeno universal del ateísmo, pero sí es especialmente aplicable al ateísmo moderno occidental y, muy especialmente, al francés, el cual enraíza directamente en una Ilustración a la que le preocupa a menudo más organizar un nuevo reparto político del poder y los bienes que la metáfísica en sí, y a la que, en base a eso, más le irrita el poder temporal de la Iglesia, sus prerrogativas sociales y sus riquezas, que sus declaraciones escatológicas. Es horrible justificar las mezquinas ideas políticas y socioeconómicas con pretendidos argumentos metafísicos y cosmológicos, pero lo hacen demasiados pensadores constantemente. Cuando le quieres robar la finca a tu vecino, te inventas, bajo «sólidas» convicciones filosóficas, una caza de brujas.
Dicho rápido: el ateísmo, como poco, es tanto un partido político como una postura epistemológica filosófica. Por esto, el ateo contemporáneo parece estar siempre en campaña electoral, y dando mitines, como el que has visto en Youtube. Sus maneras son a menudo indistinguibles de los clásicos revolucionarios marxistas decimonónicos, y sólo falta que creen un himno al estilo de «La Internacional». Todo esto, básicamente, es la clave para comprender dos cosas: que se atreva a juzgar una ciencia a través de las supuestas posturas políticas de sus creadores, y que ponga tanto énfasis en el dinero ganado por los psicoanalistas como lo ponía Voltaire en los privilegios aristocráticos de los curas (siendo él mismo creyente), o Marx en la burguesía empresarial.
Por supuesto que todo cuerpo doctrinal filosófico o religioso está cojo sin una opinión, sin una participación, política, pues toda cosmología crea espontáneamente un tipo de sociedad, pero no deberían perder de vista ni el filósofo ni el teólogo que a cada plano de razón le corresponden unos argumentos, y no deberían los argumentos propios de un plano tratar de apoyar o refutar otro. ¿Hubiéramos llegado a la Luna sin los físicos nazis? Evidentemente, no. ¿Es, por tanto, la filiación política del científico un argumento válido para apoyar o refutar la validez de sus descubrimientos? Obvia respuesta. Luego, ¿qué nos quiere contar Onfray hablando de las supuestas filiaciones políticas de Freud, el científico? Tan sólo se desvela a sí mismo y sus propios prejuicios, y abundando en la falsedad además de sus acusaciones, tan sólo que es víctima de una ley psicológica precisamente subrayada por el psicoanálisis: que la sombra se proyecta. Que tus enemigos acaban tomando la forma para ti de tus más odiados y temidos diablos, aunque, en realidad, no la tengan. Por cierto, honraría la ecuanimidad de su sensibilidad política el que acusara, aunque fuera también injustamente, de estalinista a alguno de sus criticados. Pero una vez que comprendemos qué es realmente el ateísmo, deducimos con rapidez cuáles van a ser sus parcialidades y sectarismos.
Por supuesto, es Onfray el que trata de decirnos que el psicoanálisis es una opinión, como es una opinión la política, y por eso lo politiza. Pero, como intento mostrar, es un asunto típico de “paja en ojo ajeno”. Estando, antes que nadie, él mismo muy politizado, no se da cuenta que son sus propias ideas las arrastradas al triste plano de la mera opinión, la doxa, ese que tanto nos horroriza a los platónicos, que aspiramos sólo a verdades ideales, sólidas como las matemáticas.
La crítica a la teoría psicoanalítica debe ser hecha desde los argumentos puramente científicos. Al psicoanálisis como teoría ni lo juzgó correctamente Popper, ni lo juzga correctamente Onfray, ni muchísimos otros que andan en lo mismo. El freudismo está ampliamente corregido y superado por la psicología junguiana, como a Newton lo superó Einstein. Lo cual no le quita nobleza a Newton, y cierta validez práctica, hasta cierto punto. Discutir, por ejemplo, sobre el politeísmo y el monoteísmo a la manera de Onfray es un disparate, pues una y otra vez habla de estas cosas profundas como si el rasero político, que es más superficial, fuera el que las antecediera. Pero discutirlo a la manera freudiana, y hablar a estas alturas del malestar en la cultura, en general, según presupuestos freudianos, tampoco es un acierto. Fueron los paganos griegos, y precisamente los más honestamente religiosos, a la par que más inteligentes (hablo sin ir más lejos de los ancestrales pitagóricos) los que dieron forma filosófica a una exigencia cosmológica y anímica nuclear que subyace aún más atrás de las consideraciones politeístas y monoteístas y que es previa a todo discurso que tengamos sobre ello: la utópica atracción inapelable del Uno. El ser se desgarra en la multiplicidad, el Dos es el diablo, y el camino de regreso al paraíso original es el camino de regreso a la unificación. La idea de hermandad, de unicidad, de homogeneidad, vertebra la mística en politeísmos y monoteísmos, es una idea “metarreligiosa”, y nos hace comprender algo que está detrás de la dialéctica entre los muchos dioses y Zeus, entre los muchos santos, vírgenes y ángeles y Dios Padre. Es algo tan grandioso para nosotros que es lo que hace del amor, esa otra utopía, no por ello menos inapelable, algo tan radicalmente importante: de dos, uno.
Es la neurosis el supremo mal de la Humanidad. No es la enfermedad, ni la muerte. Todo eso es sano, es saludable, porque es natural. El budismo no supo definir bien lo que presentía: el supremo mal, el infierno, es el dos, el desgarro interior, el no estar de acuerdo consigo mismo. La neurosis en un individuo tiene su correlato en la grave enfermedad que sufre una sociedad cuando se enfrenta por facciones aunque sea en un democrático parlamento. Ese problema no lo tienen solucionado ni el hombre natural y sus múltiples yoes, ni el politeísmo, ni la democracia. El monoteísmo y la monarquía, tampoco. Pero no podemos entender ninguno de estos dos sin entender que no todo en este mundo se produce a través de la lucha de clases y los pulsos de poder socioeconómicos. La neurosis y la guerra civil son las gravísimas amenazas de un mundo multicultural interior y exterior. Frente a las dos, se alza la promesa de lo Uno. Y esto no es una apuesta política. Es una apuesta cosmológica, que parte de la metafísica y sus axiomas fundacionales (fundan el alma y el cosmos). Bien, pues ya estamos en condiciones de razonar sobre estas cosas así. No estamos obligados a seguir pensando en los términos rancios de la Ilustración al estilo Onfray, ni en los ya también caducos freudianos. Pero… Siempre ha habido y habrá rancios y freudianos, “newtons y einsteins” (mala comparativa, porque Newton en más de un punto tenía una mente más profunda y atinada que la de Einstein, pero ahora me vale). Porque no es un problema de evolución lineal de la historia y el pensamiento. Es un problema arquetípico y universal de capacidad de visión, de conciencia, y de experiencias. Ya lo dijo antes de Freud, incluso de Jung, William James:
“La Razón, actuando sobre el resto de nuestras experiencias, incluso sobre nuestras experiencias psicológicas, jamás hubiera podido inferir estas experiencias específicamente religiosas antes de su aparición real. Ni siquiera podría sospechar su existencia, ya que éstas son discontinuas respecto de la experiencia «natural», e invierten sus valores. Sin embargo, en la medida en que vienen y son dadas, la Creación se ensancha ante nuestra vista. Sugieren que nuestra experiencia «natural» así llamada, vendría a ser tan sólo un fragmento de la realidad. Debilitan las líneas maestras de la Naturaleza y despliegan las más extrañas posibilidades y perspectivas”.
Dicho todo esto, que es “crítica de razón pura”, podríamos pasar a la “crítica de la razón práctica”. Sobre esto seré tan tajante como Onfray: como medicina, como terapia, según la entiende nuestra cultura, el psicoanálisis es un fiasco. Podríamos decir que primero porque su cuerpo teórico es erróneo en muchos puntos, pero tampoco sale mucho mejor parado el análisis junguiano con su profundidad y fineza muchísmo mayores. Quizás deberíamos decir que redefiniendo lo curativo como la ampliación del conocimiento de uno mismo y del cosmos entonces salen mejor las cuentas. Redefiniendo lo curativo como la diferenciación y desarrollo de la capacidad filosófica, algo tiene que aportar el análisis del alma y del anima mundi a través del Logos, del diálogo (siempre que este Logos tenga suficiente verosimilitud, claro). Hay personas cuya salvación comienza por este tipo de conocimientos, por la metanoia, y ahí la efectividad se potencia. Pero si estamos hablando de sanar fobias, obsesiones, complejos, a diestro y siniestro, y a cualquiera con cualquier sensibilidad que aparezca en la consulta, como cualquiera aparece en la consulta de un médico… En la mayoría de los casos interviene el analista tanto o menos que los amigos, los amores, los sueños, los avatares del destino, la sensibilidad del paciente… El espíritu sopla su condena y su salvación donde quiere, y el alma no se puede localizar e intervenir como se localizan los virus de la gripe (bueno, al menos el psiquiatra tiene sus pastillas, que aunque nada afecten al alma en sí, sí a los humores fisiológicos desde ella desprendidos). El alma se extiende por todo el Universo. Sólo cuando el destino elige a un paciente, como discípulo, para encontrarse con un analista también determinado, enlazando en simbiosis los carismas de ambos, el proceso alcanza plena legitimidad, y un desgarro interior y sus síntomas van en camino de solución adecuado. Pero esto no cabe en el contenedor de una consulta como la del pediatra, con sus horarios y honorarios. Antes bien, la consulta del filósofo intérprete de sueños, sus horarios y honorarios, están contenidos dentro de esto.
Ahora bien, este problema de la cura a través del alma no es nuevo. Es consustancial a las prácticas terapéuticas de este tipo. En cuanto se pone el énfasis en los sueños, lo inconsciente, la efectividad se torna “caprichosa”. Los serapeos, los hospitales grecoegipcios, y sus intérpretes de sueños, funcionaban así: no podían preverse los éxitos. Curaciones se daban todos los días, y no pocas curaciones milagrosas (psíquicas y/o físicas), pero al lado, contrarrestando, un montón de fracasos. Y eso que para trabajar de terapeuta en aquel entonces se exigía vocación mística, ser acreedor del carisma, y no como ahora que se extienden títulos de cualquier cosa como churros.
Trías es muy interesante, porque está abierto justo a aquello de lo que hablaba William James: a la realidad que está más allá de lo que imponen los límites de la razón. Él capta en todo momento que existe una conciencia, sus experiencias y sus razones, y más allá de su límite un inconsciente, con otras experiencias y otras razones. De un modo arquetípicamente correcto, místicamente repetido una y otra vez, los límites de la conciencia y su razón son rotos por Dionisos y su carnaval. Y pronto aparece detrás Orfeo, y la música, tratando de ordenar los cristales rotos. Trías está en el proceso, y un día descubrirá que la música es el amor en busca del Logos. De esa filosofía que está por encima de lo que los meros pensadores, sin sensibilidad hacia lo verdaderamente real, que es invisible, creen que es la filosofía. Aprovecho de camino para reivindicar encarecidamente a Ortega Y Gasset, el Jung español, el Kant castellano, que supo ver la verdad y el futuro más allá de los límites de la razón pequeña, y a su discípula, Zambrano, cuya obra es el antecedente directo de Trías sobre la razón que está más allá de ella misma, y a la que se accede a través del arte y la mística.
juan dice
Esto muestra la vigencia que sigue teniendo en nuestros dias el psicoanalisis, se sigue discutiendo y dando que hablar despues de 100 años; y fue él mismo que en esa epoca hablo de Resistencias al metodo. No creo que valga la pena leer dos hojas de ese libro, la terapia funciona, y funciona porque se puede observar en la clinica de todos los dias.
Otra observacion: la revista Noticias viene publicando desde hace un tiempo articulos y tapas en contra del Psicoanalisis (Dedico un numero recuerdo con «El libro negro del Psicoanalisis») ; estaria bien que dejen de citar autores anti-psicoanalisis del extranjero y empeicen a usar la revista con un poco mas de argumentacion propios, es decir, algo de investigacion argenta.
Un saludo!
Nora Galliano dice
Antifón de Atenas…
Moisés Garrido dice
Pues sí, amiga Nora. Has acertado. Y el premio que te corresponde es un viaje a Huelva con todos los gastos pagados (por parte de tu incondicional Raúl, claro, jeje).
Transcribo uno de los comentarios que el propio Onfray ofrece sobre el filósofo Antifón de Atenas:
«Que yo sepa, Freud no cita ni una sola vez a Antifón de Atenas, que, sin embargo, podría muy bien pasar por el precursor de la disciplina creada en Viena a comienzos del siglo XX. Veámoslo si no: tras recurrir a folletos de tipo publicitario, Antifón abre cerca del ágora de Corinto una suerte de gabinete en el que recibe pacientes a quienes somete a un tratamiento fundado en la palabra. Primero escucha en una entrevista a solas; luego viene una terapia verbal. El contenido de esa conversación tiene por finalidad la desaparición del sufrimiento que ha llevado al paciente al domicilio del filósofo. Los detalles de esta medicación del alma mediante el verbo figuraban sin duda en su libro ‘El arte de combatir la tristeza’, pero esta obra no ha sido encontrada.
Al sofista se le reconocía un inmenso poder del persuasión, una considerable potencia de fuego verbal. Es de imaginar qué buen terapeuta podía llegar a ser. Su opción materialista, monista e inmanentista le permite concebir que se pueda acceder a la causa profunda del mal, situada en la materia atomística del paciente, con ayuda de la palabra que fabrica representaciones útiles para actuar sobre el cuerpo y modificar las lógicas de los sufrimientos psíquicos y, por tanto, corporales. Es sorprendente cómo se encuentran aquí reunidos los principios del psicoanálisis.
Para bien o para mal, Antifón atribuye a los sueños un papel fundamental en la economía de esta terapia. Efectivamente, propone interpretarlos. A su manera, habría podido convertir el sueño en la vía regia que conduce a lo que todavía no se llamaba inconsciente, pero que se enmascara en los átomos psíquicos antes de contaminar los átomos somáticos. Siete siglos antes de ‘La interpretación de los sueños’, de Artemidoro de Éfeso. Antifón practica una onirocrítica que procede de la exégesis racional y se apoya en el ejercicio de una pura y simple lógica de las causalidades bien entendidas. Lejos de la inspiración, del trance o del recurso a la magia irracional, el método del sofista remite al análisis, la conjetura, la investigación de los encadenamientos, la racionalidad más clásica apoyada en una teoría de las causas y de los efectos. Y a todo esto se añade el talento del intérprete para producir sentido (…) Inventor del psicoanálisis, lo es a la vez de cuño lacaniano o, mejor, digamos que el analista recurre al humor o a la ironía en caso de necesidad».
Por otra parte, quiero añadir que si el discurso dominante, la historiografía oficial, los crédulos, los supersticiosos y promotores del pensamiento mágico, los oscurantistas y sectarios, los platónicos e idealistas, los negadores de la vida y afirmadores de la muerte, los que hacen negocio de la fe y se convierten en enemigos de la razón critican ferozmente a Michel Onfray, entonces es clara señal de que el filósofo francés va por buen camino. Como bien señala François Busnel en ‘Lire’: «Michel Onfray es necesario ya que nos recuerda lo que las fábulas oficiales (religiosas, filosóficas, morales, políticas, bioéticas…) tienden a hacernos olvidar: sólo existe un mundo, el de aquí abajo. Disfrutad de él, aún estáis a tiempo».
Saludos,
Moisés
Moisés Garrido dice
Raúl, el ateísmo que tú profesabas en tu adolescencia respondía a la rabieta típica de la edad, a las chulerías que nos marcábamos para ir contra corriente. Una niñería, vamos. Mi rebeldía personal era colarme en los cementerios para hacer psicofonías, pasar noches en supuestas casas encantadas o irme al campo a ver ovnis. Cuando avancé en la parapsicología y en la ufología, contemplé aquellas acciones como algo infantil, y descubrí qué poder tiene la psique humana para imaginar cosas y creer en cosas inexistentes. Aquel ateísmo que tú profesabas no tiene nada que ver con el ateísmo maduro, reflexivo, producto de un profundo ejercicio intelectual que supone deconstruir con sólidos argumentos -no simplemente negar por negar- tantas falacias fideístas, mitos metafísicos y absurdas creencias en el «más allá» que nos han contado desde siempre. El ateísmo profesado por gente como Onfray, Dawkins, Puente Ojea, etc. le da mil vueltas en profundidad, seriedad y argumentación filosófica a cualquier deísmo, teísmo o fideísmo que valgan, pues todos son juegos infantiles que nos proporcionan consuelo emocional, como ese engañabobos que es la astrología, una de los mayores timos que existen, que ni en mi época de crédulo en esoterismos de todo tipo, le profesaba el menor interés porque me parecía un fraude total, revestido de palabrejas rimbombantes. Si el ateísmo te parece algo propio de la adolescencia, para mí la astrología, el ocultismo, el esoterismo, etc. me parecen algo propio de la infancia, de las creencias en instancias imaginarias en las que depositar nuestra confianza para así sentirnos protegidos. Incluso la idea de Dios me parece infantil. Y en eso, estoy plenamente de acuerdo con Freud cuando en su magnífico ensayo ‘El porvenir de una ilusión’ dijo aquello de: «El individuo en maduración advierte que está predestinado a seguir siendo siempre un niño necesitado de protección contra los temibles poderes exteriores, presta a tal instancia protectora los rasgos de la figura paterna y crea a sus dioses, a los que, sin embargo, de temerlos, encargará de su protección. Así pues, la nostalgia de un padre y la necesidad de protección contra las consecuencias de la impotencia humana son la misma cosa. La defensa contra la indefensión infantil presta a la reacción ante la impotencia que el adulto ha de reconocer, o sea, precisamente a la génesis de la religión, sus rasgos característicos».
El ateísmo supone abandonar todas esas infantilidades, liberar al hombre de las ataduras de lo irracional que tanto lo aliena, destruir la falsa visión dualista de la realidad -que sólo esconde el origen animista de la religiosidad-, deconstruir las falacias que nos han contado de pequeño y que se han ido heredado culturalmente, negar la existencia de los dioses protectores o castigadores que nos convierten en esclavos temerosos, rechazar toda trascendencia sobre la que no existe la menor evidencia sino ideas subjetivas consoladoras y experiencias alucinatorias que convertimos ingenuamente en pruebas incuestionables, reconocer que las explicaciones científicas -como el evolucionismo neodarwiniano- han socavado toda creencia sobrenaturalista y, por último, nos permite andar por el mundo -el único existente- con plena conciencia de nuestra finitud y de que más allá de la Naturaleza no hay nada. El que existan hechos misteriosos, anómalos, que parecen escapar a nuestra lógica -como los fenómenos paranormales-, no significa que exista un mundo trascendente o sagrado. Son hechos que están pendientes de ser explicados racionalmente. La razón, como siempre, tendrá la última palabra. Sencillamente, el ateísmo supone vivir la realidad, como diría mi admirado Puente Ojea. Cosas que muchos no saben hacer porque viven en un mundo de hadas que se han inventado… como niños que son. En mi artículo «La nociva droga de la fe» hablo de todo ello en profundidad: http://lasombradecharvaka.blogspot.com/2009/05/la-nociva-droga-de-la-fe-apuntes-para.html También en ‘La irresistible fascinación por lo irracional’: http://lasombradecharvaka.blogspot.com/2009/10/la-irresistible-fascinacion-por-lo.html
Saludos,
Moisés
Raúl Ortega dice
Este hilo precisamente trata del porvenir de la ilusión del Psicoanálisis/Psicología, y de la necesidad de replanteamiento que tiene toda nuestra cultura en relación a los contenidos vertidos por Freud y cia. en sus «magníficos ensayos». La buena madera de Onfray se nota en eso, en su sana iconoclastia que alcanza rápidamente a sus propios héroes y dioses. Tomemos nota, y de cada pensador lo mejor.
Yo vengo llegando ahora mismo del local de ensayo, o, más concretamente, de tomarme unas frescas cervecitas en el bar que hay justo debajo, en animada compañía de buenos músicos y algunos bellezones andaluces. Amigos todos. Cansado, porque ya uno no es tan joven y aún ando convaleciente de los excesos de la última jarana. Perturba el brutal hedonismo de este acérrimo platónico el derrotero que ha tomado esta conversación, que no ha de conducir a ningún sitio de placer ni de provecho, ni en este mundo ni en el otro.
Cada uno es de su padre y de su madre. Carácter, aptitud, actitud y experiencias dividen y separan. La igualdad es una de esas enormes falacias. La masa tendrá que seguir, por siempre, ensayando la utópica unidad y el consenso que persigue a través de la imposición de dogmas y doctrinas, llámense biblias o constituciones, auspiciada por la violencia. Los pueblos jamás se pondrán de acuerdo si no es gracias a la guerra y sus consecuentes vencedores. Desde y por toda la eternidad. Después de la Tercera Guerra de seguro que por fin unos poquitos atestiguarán el advenimiento de la Aldea Globalizada.
Si hay que participar en ese juego, se participa, pero yo trataré de resistirme, en lo posible. A mí lo que me reconforta ahora es el separatismo, el nacionalismo. Que las almas y cuerpos comunes comulguen, y se dediquen a sus cosas, de espaldas a los demás (aunque de buen rollo) y sus otras cosas. Que cada cual piense lo que quiera (mejor dicho, lo que pueda), forme comunidad con la gente afín, y medre en su trocito de mundo construyendo cositas a imagen y semejanza. Debería haber espacio para todos. Aunque la cosa en este aspecto está jodida. Lo cual nos pone de nuevo ante el horror de las armas. Dicho sea de paso, y pensando en voz alta.
Aparte de tener claro que sólo hablando no se entiende la gente, y que nadie aprende por cabeza ajena, en mi pueblo creemos saber que no hay placer ni alegría sin belleza, y estamos convencidos de que sin poesía, sin arte, en definitiva sin metafísica, el mundo es bastante más feo y desagradable. El cosmos de cuatro dimensiones se nos antoja infinitamente más divertido que el de sólo tres, aunque a otros les resulte demasiado complicado, y sin mitos ni inconsciente estamos seguros de que no existiría ni el amor siquiera (con tanto que entretiene). En realidad pensamos que ni el hombre sería concebible, pero dejemos eso, que no nos apetece ponernos extremistas en público ahora.
En mi patria tenemos constancia de que las vidas marcadas por el ideal, que transitan esa gente quijotesca de pocos átomos y muchos sueños, proporcionan orgasmos más profundos y más largos. Cuando no por arriba, por abajo. Y viceversa.
Alrededor de las hogueras, borrachos de vida, aventuras y vino, en comunión dionisíaca con la Madre Naturaleza, os decimos, sin ánimo de que nos entendáis una palabra: Eppur si muove. Y, haberlas, haylas.
Nora Galliano dice
Dios es inconsciente, pero no lo sabe…
Nora Galliano dice
Pero que bien quedó el «Dios es inconsciente, pero no lo sabe», aún antes de que escribas tu diatriba Raulito querido! Ya ves, en sintonía aún. Y cuento un viejo chiste lacaniano que viene a cuento: un hombre que cree ser un grano de cereal es llevado a una institución mental donde los médicos hacen todo lo que pueden para convencerlo de que no es una semilla sino un hombre. Cuando el hombre se cura (se convence de que no es un grano sino un hombre) y es autorizado a dejar el hospital, vuelve inmediatamente temblando de miedo. Afuera hay una gallina y tiene miedo de que se lo coma. «Pero mi amigo» –le dice su médico– «si usted sabe bien que no es un grano, sino un hombre». «Claro que yo lo sé» –responde el paciente–, «¿pero lo sabe la gallina?» El tratamiento psicoanalítico reside precisamente en esto: no basta con convencer al paciente sobre la verdad inconsciente de sus síntomas; el inconsciente mismo debe ser llevado a asumir esta verdad.
Por cierto, qué gran sitio éste, cuánta generosidad la de su webmaster…por dónde paso a retirar mi premio?
Buenas noches tengan todos.
Raúl Ortega dice
Ésta es buena, Norita: el inconsciente mismo debe ser llevado a asumir esta verdad. Pues estamos muy cerca de encontrar los mecanismos adecuados para convencer al inconsciente de las cosas. Que no son psicoanalíticos, claro. Como nos avisaba hace unos días Evo Morales, a través de la dietética podemos transformar nada más y nada menos que nuestra sexualidad, sobreponiéndonos a cualquier previa fijación libidinal. Según él, y un grupo de científicos (yo también creo en parte en ello), basta comer pollo occidental para homosexualizarse, por ejemplo. Por otro lado, la Genética y sus manejos de Dr. Moreau estoy convencido que será un arma irreemplazable en esta tarea, prometiéndonos cambios de mucho más alcance que los que logra por ejemplo la terapia conductista, de penetración a menudo frustrantemente superficial.
Je…
PD. Aquí tienes apartado tu paquete premio. Sólo tienes que venir a recogerlo.
Nora Galliano dice
La pregunta sería ahora qué nos dará a los que tanta vaca hemos comido…será por eso que miro con estrafalaria lujuria a mi huerta? Dejo este interrogante a la próxima generación de científicos.
En cuanto al premio: sabés de sobra lo fatal que me cae el clima de La Atlántida, así que te propongo recogerlo en alguno de los universos múltiples de Everett, en los que sólo comencé a creer cuando Everett los pergeñó, por supuesto.
Raúl Ortega dice
Según hablaba ayer con Gastón, un porteño emigrado al turístico pueblo onubense de Punta Umbría, la proteína vacuna es la responsable de la exuberancia colal de tu país. Pero algo pasa con lo lolal, que no se ve de igual manera afectado. Lo cual tendría más sentido si fuera toro y no vaca el sustrato alimenticio. Habrá que investigar más, decíamos con Gastón. A ver si a Morales se le ocurre algo… De momento, a las clínicas estéticas del país esa singularidad le viene de escándalo, como bien se sabe.
Hay muchos mundos, pero están en… En atravesando la libido oral, anal, fálica y genital. De todas las dimensiones, esas son las primeras ineludibles…
Moisés Garrido dice
El mundo, querido Raúl, ha sido mucho más feo y desagradable con tantas metafísicas, teologías y teodiceas, que han hecho perder el contacto a buena parte de la humanidad con las cosas buenas de esta realidad que compartimos aquí abajo. Se ha alienado a mucha gente con la idea de paraísos post-mortem y de que la felicidad no está aquí sino en el «más allá». Se ha fanatizado a buena parte del mundo. Las religiones, encargadas de meternos miedo por los cuatro costados y de inundar nuestro bendito inconsciente con paranoias de todo tipo, han castrado la libertad de pensamiento y la diversidad, que tú ahora defiendes. Ahogó la filosofía que liberaba al hombre y salvó aquella que lo esclavizaba. Pablo platonizó el cristianismo y destruyó el gnosticismo hedonista, que lo hubo. Pues sí, urge deconstruir cosas y sacar lo bueno de las que han permanecido silenciadas a causa de la dictadura cristiana.
Siempre será mejor el Jardín de Epicuro, abierto a la Naturaleza, al diálogo, a las risas y al disfrute hedonista de la vida -siempre con moderación para conseguir la ataraxia y no el displacer que luego viene del exceso-, que la asfixiante, rígida y elitista Academia de Platón, que ya comenzó a condenar el cuerpo para divinizar el alma. Mientras tanto, algunos listillos se hicieron dueño de las almas de los demas para manejar el mundo. Terrible.
Extraigamos lo mejor de ese inconsciente que tenemos y erradiquemos todo aquello perjudicial que la herencia cultural se ha encargado de inyectarnos en él. Ardua labor, pero merece la pena. No sabemos lo contaminado que lo tenemos de falacias.
Mañana sábado tenemos reunión en La Palma del Condado con Juan José Benítez e Ignacio Darnaude, dos ufólogos de pro, además de Alejandro Rubio e Ignacio Garzón. No discutiremos si los ovnis existen, sino que compartiremos mesa y mantel epicúreamente, que es de lo que se trata, y mantendremos un debate distendido. La amistad por encima de ideologías, creencias y escepticismos. Lástima que no vengas, Raúl.
Saludos,
Moisés
Juan Manuel dice
! Posss about speaking of «Lacan». Este buen señor recalcaba que el » El Ser Humano vive atrapado en su verdad…». En fin…, la verdad, en tanto es muy seria y mas pequeña incluso intelectual,….. la jaula mas segura. La desilusión del idealismo romántico de los Romeos y las adolescentes Juliettas tiene efectos colaterales a largo plazo donde inclusive el «Avíelas ahilas ahilando…» no es suficiente para sacar el pico, solo queda piar desafinadamente….
Es muy satisfactorio una vez has soltado todas tus serpientes contra los creyentes, el psicoanálisis, los alucinados, lo adultos infantilizados, las absurdas creencias, la metafísica, lo humano y lo divino, Freud y dios santísima,,,espera que respiro, largarse a comer epicureamente con personalidades de Pro….
!!! Guauuu que guai y enrollao que eres…..
Juan_Man ex_piante segundas partes nunca fueron buenas
Moisés Garrido dice
Al menos, suelto algo, ex_piante. Porque tú, hasta ahora, en tus intervenciones por estos lares no sueltas nada, pues tu discurso xenoglósico -a veces no sabes ni lo que dices ni te expresas correctamente- es infumable, aburrido y… qué poco enrollao eres, por cierto.
Pues la segunda parte de «Matrix» me gustó más que la primera…
Juan Manuel dice
Si, estoy al tanto de mis limitaciones, mas te digo pertenezco a esa clase de tipos alucinados que creen en las hadas. Lastima no ser una persona de Pro como los Benítez contactados telepáticamente con otros seres extraterrestres para salvarme de tu violento discurso, con estos se puede comer epicureamente y sentirse orgulloso de ello. Por eso desde pequeñito me enseñaron a observar lo que la gente hace versus lo que dice.
Saludis
Juapitan_America
Raúl Ortega dice
… No podré ir, porque tengo que tocar en un lugar llamado La Atlántida. Un muy bello recinto para música, comida y copas detrás de unas dunas, a pie de mar, en El Portil. Yo no he elegido el concierto ni el lugar. Acato la política del grupo. Creo que la anécdota dice bastante ¿verdad?
Nuestro inconsciente racial es cierto que está muy lleno de cosas que nos dificultan enfrentarnos cara a cara a la realidad. Cuando pensamos sobre religión, a favor o en contra, lo hacemos dentro del marco de nuestra tradición judeocristiana. Esa episteme lo impregna todo. Aunque, en realidad, no está bien empleado el término. Sería con más exactitud tradición helenocristiana. Nuestra cultura, nuestra forma de administrarnos, de legislar, de entender la amistad, la familia y las relaciones entre individuo y Estado y entre hombre y mujer son una directa herencia grecorromana, no judía. La ciencia, el racionalismo, e incluso el ateísmo, nadan dentro de esa corriente. Si nos cuesta verlos como hijos, mirémoslos como hermanos del cristianismo. Al estilo de Jacob y Esaú, o Caín y Abel. Aún enfrentados, unidos para siempre al mismo origen y destino. Formando parte del mismo mitologema. Cuando nadie se acuerde ya del Vaticano, tampoco lo hará de la Ilustración.
El cristianismo es una religión forjada en demasía desde los rigores del pensamiento lógico, al estilo griego. Demasiados pensadores puros sustentan su creación. Todo tiene, hasta hoy, un estilo muy matemático. Desde Pitágoras a Descartes no hay solución de continuidad, pasando por Tertuliano y Santo Tomás. Y más allá. Por ejemplo, Onfray es, en realidad, un santón apostólico grecorromano más.
Pongamos algunos ejemplos. Hablamos de monoteísmos como si fueran constructos puramente religiosos, metafísicos, y no nos damos cuenta que Oriente Medio es monoteísta en exactamente la misma medida en que es imperialista, macropolítico, aglutinador y progresista. Con libros sagrados o con legislaciones laicas, en nuestra sangre viaja la ambición y la visión del persa Ciro II, de Alejandro Magno, de Julio César, de Muza y Tarif, de Carlos I, de Napoleón. La UE, los EU, son expresiones actuales de lo que realmente significa a nivel práctico el monoteísmo. El gobierno central. El ágora. La Universidad. La ONU. El humanismo laico está atravesado de ideales monoteístas tanto como el Corán. Pero ¿quién se da cuenta de ello, sólo con el pensar racional? No. El racionalista puro es el último en darse cuenta de las barbaridas que dice y las contradicciones en las que incurre, creyendo que suma un sencillo y lógico 2 + 2.
Para el occidental, cristiano o ateo, el mundo es algo imperfecto, a menudo temible, que hay que mejorar. Sin utopías perfeccionistas parece que no puede vivir. El miedo a la muerte, a la enfermedad, a la fealdad, motivan desde la raíz a nuestra ciencia cristiana, lo mismo que al budismo. Creyentes o escépticos, construimos muros y empalizadas para protegernos de la Naturaleza, lo real. Sólo hay que ver hasta qué medida transformamos el mundo para darnos cuenta de lo poco que nos gusta tal y como es. El occidental es tremendamente hipocondriaco. «Si Dios no puede salvarnos de todo este horror, la Ciencia lo hará. El Estado velará por nosotros». ¿Recuerdan el slogan? «Juntos construiremos un mundo mejor». Todo por nuestro matemático obsesivo instinto de pureza, asepsia, univocidad, que sólo respira aliviado con líneas bien claras y delimitadas entre bien y mal, entre salud y enfermedad, enfre belleza y fealdad. Nuestro pánico a las herejías, sean contra la Iglesia o contra el pensar políticamente correcto. Siempre andamos cazando brujas. Espantando la «negra avalancha del ocultismo», el enemigo frontal de nuestro más querido dios: la salvadora racionalidad, eje de nuestro superego.
Pero no nos engañemos. La realidad siempre echará por tierra nuestra adicción a la perfección. Esa que nos convierte en tan imperfectos. Mirando hacia las partículas, hemos llegado al Caos primordial, a-racional. Mirando hacia las estrellas, llegamos a la materia oscura, la corriente oscura, y volvemos a enmudecer. Y asomados al alma llegamos a los arquetipos.
Para todo lo anterior, aclarar que el «llegamos» es sólo un plural de modestia. Llegan sota, caballo y rey.
El cervatillo no tiene lugar donde esconderse de las fauces del depredador. El ego jamás logrará crear censuras tan altas que lo protejan de la corriente imperiosa de la libido tan extática como trágica de lo auténticamente natural. Sálvese quien pueda. Que Dios nos proteja…
…Pero el auténtico instinto científico-religioso, que va más allá de toda la timorata formulación grecocristiana, sabe que Él, precisamente, no lo hará.
Nora Galliano dice
Salida recién del estupor catatónico en que estuve sumida por un rato, quiero compartir con ustedes una Verdad que me ha sido revelada hace unos instantes, no en forma de lenguas de fuego, sino como carta documento. Firmeza que ahí va: el inconciente tiene dueño. Y el dueño es argentino!!! No voy a revelar aún el nombre porque ya sería demasiado, pero el mismísimo dueño argentino me acaba de enviar una carta documento que entre otras cosas dice: “A fin de direccionar a su sitio a usuarios de internet que inician una búsqueda, han incorporado como palabra clave la palabra INCONCIENTE logrando ese objetivo, en infracción a mis derechos de marcas y desviando interesados, todo ello en una flagrante utilización marcaria ilícita, así como costitutivo de un acto de competencia desleal y en perjuicio de mi sito web http://www.xxxxx.com”
No se queda ahí el hombre, sino que me dice que mi accionar constituye un ilícito penal…:-(
Resumo: el inconciente no sólo existe, sino que tiene dueño y el dueño es argentino, y como lo he utilizado yo sin ningún tipo de pudor por el bien ajeno, voy a ir presa.
Ustedes creen que me concederán la prisión domiciliaria por mi avanzada edad? O mejor: Ortega, usted tiene pruebas suficientes como para declararme ininputable y hacer zafar así a esta pobre anciana de terminar sus días en un oscuro calabozo…Aunque pensándolo bien, todos los que hemos hecho descubrimientos de ésta índole, hemos terminado o en la cárcel, o en la hoguera o en el destierro. Y bien lo vale.
Luego entonces de difundir con es mi obligación moral tamaña Verdad Suprema, me quedo en mi casa resistiendo, hasta que vengan a buscarme.
PD: Dedico este hallazgo a mi venerado Sigmund, que debe estar revolviéndose en la tumba de envidia.
Raúl Ortega dice
Yo lo que digo es que antes que tarde, todos a la cárcel…
Pero ponen buena comida, ropa limpia, y la tele. Todo gratis. Como está de moda escuchar en los noticieros españoles estos días, sexo desde luego tampoco falta…
Alberto dice
Estoy con Moisés. Hace falta más espíritu crítico aquí y no dejar volar tanto la imaginación. El psicoanálisis necesita quitarse de encima muchas pulgas irracionales. Más seriedad señores. Y más aproximación al pensamiento científico. Es bueno romper con esa tendencia que os habéis marcado, mezclando temas esotéricos con la psicología del maestro Jung. También he leido a Onfray y es genial. Cordialmente, Alberto.
Raúl Ortega dice
Vamos a ver, Alberto: ¿lo de «maestro Jung» te sale del alma con criterio propio o le adjudicas el rango porque te parece que si el stablishment cultureta respeta a una figura es porque no tiene más remedio que ser alguien muy valioso?
Lo digo porque la maestría de Jung, de donde viene, de lo que se ocupó él y se sigue ocupando hoy la Psicología analítica, es de devolverle la seriedad científica en mitad de nuestra cultura a cosas como la Astrología, las mancias, las visiones de fantasmas, duendes, hadas y ovnis, los rocambolescos símbolos esotéricos y los surrealistas predicados religiosos. Él le levantaba la carta astral a sus pacientes para estudiar mejos sus casos y consultaba el I Ching asiduamente. Estaba convencido de la vida después de la muerte y decía que sabía, no creía, de Dios.
No te quepa la menor duda (o mejor, que te quepa, e invéstigalo todo mejor), que aquí tratamos al «maestro Jung» en propiedad, rigor y auténtica seriedad. Todo lo demás, milongas.
Un saludo. Y gracias por participar.
Juan manuel dice
Entre la superioridad moral de la falsa virtud que nos muestra el camino, hasta la bajeza del insulto critico del complejo de inferioridad que solo encuentra consuelo entre las elites «Pro_deformes», los seres feos y limitados sin Pro que echarse a la boca a imagen de la oscura naturaleza no encuentran consuelo ni en brazos de la tolerancia, por que no decirlo una forma mas sibilina de violencia. Esta santísima trinidad parece que tiene su raíz en el complejo de perfección Heleno_Greco_Judeo_cristiano según expertos en el tema que como la ley de la fuerza inversa cuanto mas intentas retener el aliento antes lo pierde, cuanta mas resistencia al agua mas pronto te hundes. La conquista de la naturaleza viva y la perfeccion comporta un alejamiento de la misma, es nuestro síndrome de soberbia del sistema de pensamiento que se cree mas listillo que el orden natural.
A mi solo se me ocurre cantar aquello de…., y asumirlo como propio
Que se mueran los feos
que no quede ninguno..ninguno
ninguno
Luego pasa lo que pasa….
El único símbolo que define bien esta estupidez tan nuestra es la «Boba» serpiente de Ouroboros.
A quien se le ocurre morderse la propia cola……
Juan_Bat_man_uel
Nora Galliano dice
Pero qué magnífico otoño transcurre en la llanura pampeana…Tan agradable, tan amarillo, que pocos podemos creer que sea verdad. Pero magníficamente lo es. Las lluvias brillan por su ausencia, por lo tanto los árboles van desgajándose a su antojo, y lucen y relucen hojas en mil tonos. Me alegran tanto la vida, que me da pereza escribir ahora y no andar disfrutando del sol, la brisa, y el paisaje.
Si algo he heredado de mis ancestros psicoanalistas, es el gusto por el estudio. Todo se puede decir de ellos, menos que no sean estudiosos y rigurosos. Es por estas tierras como una marca de fábrica. Ilustro con una anécdota de un exámen de postgrado.
Un psicoanalista profesor, que me evaluaba en ese entonces, me inquirió con un pié de página de un ensayo lacaniano, al que yo respondí con nieblas y quebrazones. Pero sin insensateces. De todos modos no le bastó, ya que todo se resumía en la rigurosidad, entonces me dijo mirándome fijamente: Usted dice estupideces con cara de importante…Digo que para su requerimiento, pues tenía razón.
En mis años de estudio, he revoleado seminarios de lacan que terminaban estrellándose contra la pared, he estudiado artículos freudianos de a una página por mes; pues vamos pues, que me he quebrado la cabeza. Y ya no sólo con el psicoanálisis, sino también con la filosofía.
Cuando supe por el mismo Onfray que había estudiado el psicoanálisis por cinco meses y en base a lo escrito en francés, no pude evitar que me carcoma la vieja envidia.
Y con tan sólo eso responde con un mamotreto de 600 páginas????
Creo que no queda en duda, que los franceses descubrieron el psicoanálisis mucho tiempo después de que lo hicimos los americanos de este hemisferio, por un lado. Y, cinco meses…
Me quedo con lo que dice el mismo Onfray: Toda filosofía, no puede considerarse más que como la autobiografía del mismo autor.
Y así debe ser leída su “biografía” freudiana.
Entonces vuelvo a lo estudiosa del Tata que supe ser. A vuelo de pájaro puedo decir que en primera instancia, toda ella esta atravesada por infinidad de errores: teóricos, históricos e historiográficos. Incluso de comprensión e interpretación: sin ir más lejos, de la pulsión de muerte. Tantos pero tantos que sorprende y uno entonces comienza a olfatear…
“Vamos Nora, sos psicoanalista y no podés quedarte en la nimiedad del “error”.”
Más aún cuando todos esos “errores”, conducen a una maravilla de corpus: Un Complot. La Conspiración. Ooooooooooh. Maravilla de maravillas. Y es ahí donde mi psicoanalista irredenta se relame y levanta altares al alma, pues nadie se libra de ella.
Pues aquellos errores, no son tales, sino que síntomas. La “patología”. El Alma sin más, vamos.
Qué maravilla señor, qué gloria estrafalaria, que hace que un autor que hasta entonces era al menos creíble, trastabille de tal modo!
Loas al libro, al menos de mi parte, que el señor Onfray pretende haber escrito por sí mismo, y que para los menos distraídos, fué tan pero tan anímicamente dictado!
Chapeau Psiqué, por tan estrafalario penar, como el mismísimo vienés dijese.
PD: Algo que olvida Onfray, el marcado nazismo de Freud, cuando escribe sin dudarlo luego del secuestro y posterior restitución de Anna: Recomiendo calurosamente la Gestapo a cualquiera…;-)
Raúl Ortega dice
Hombre, lo de los tiempos de aprendizaje… En primer lugar hay que aclarar que «Tratado de ateología» tiene tantísimas referencias puramente freudianas que hay que dar por sentado que Onfray está empapado de psicoanálisis al menos desde el 2005, fecha de publicación de ese libro. O sea, lleva estudiando psicoanálisis como mínimo el mismo tiempo que tarda el Estado en expedir una licenciatura universitaria. Siendo claro que Onfray posee una inteligencia muy superior a la media de los alumnos universitarios, creo que ha tenido tiempo suficiente de doctorarse no una, sino cuatro veces en cuestiones psicoanalíticas. Supongo que el dato de los cinco meses se refiere concretamente al tiempo que habrá echado buscando y consultando documentos históricos. Digo yo.
Excurso: lo de la duración de las carreras siempre me ha dado curiosidad. ¿Quién decide cuánta materia y cuántos años son necesarios para ser experto en algo? ¿No es enormemente sospechoso que sean tan homógeneos en tiempo y cantidad los estudios reglados de Biología, por ejemplo, y los de Filosofía y letras? ¿Cómo pueden ser las temáticas tan diferentes en extensión, en «intensión», y sus protocolos de formación tan homogéneos? Jummmm…
Esteban dice
Hola amigos, este debate está muy interesante. Me gustaría interiorizarme más en estos asuntos. Apenas si conozco a Freud y algo de Lacan, pero estoy formado en otras áreas de la psicología y conozco bastante de religión cristiana y algo de otras:
Principalmente me interesa lo que uno de ustedes dijo (hablando de Onfray):
» Está convencido de que el mundo por venir es un mundo ateo, y que la religión está sellada con la derrota. Yo estoy convencido justo de lo contrario, avalado por la Historia y por toda una colección de pruebas filosóficas y psicoanalíticas.»
¿A qué colección de pruebas se refiere? Me interesaría muchísimo ahondar en ese material…
Pero yo no encuentro nada de eso y todo pareciera indicar un futuro predominio de la Psiconeuroinmunoendocrinología, apoyada por la ciencia cognitiva- conductual, y en el ámbito filosófico por un materialismo ateo.
Tampoco entiendo otra de sus frases:
«… Aquellos que están seguros que van más allá del cegato pensamiento mágico, se quedan sin embargo por debajo de él. Nos pasa a todos en algún momento de la vida. Qué le vamos a hacer.»
¿Usted cree que el pensamiento mágico y la ciencia son iguales o equiparables? No sé si entiendo.
Desde ya muy agradecido por sus comentarios, me sorprende lo diferente que es su perspectiva y me gustaría entender en qué se basan.
Raúl Ortega dice
Hola, Esteban. Interesantes puntos traes a debate.
Cuando a Jung una vez le preguntaron si la necesidad de un redentor (un concepto profundamente religioso, la esencia de la religión en sí misma) era algo ya obsoleto en la cultura racionalista humana, él dijo que «difícilmente el Hombre se apartará del patrón original de su ser». Ésto es lo mismo que dijo Tertuliano con su «el alma es naturalmente cristiana» (aunque lo correcto es decir «el alma es naturalmente religiosa», claro). Hoy día los racionalistas parecen convencidos de que la religión es una colección de ideas infantiles sobre física y química, sobre el origen del mundo y todas esas cosas de las que la Ciencia hoy se ocupa, de un modo más maduro. Del mismo modo que suele creerse que toda la producción alquímica no es más que un intento bobo y plagado de ridículo pensamiento mágico de hacer química, su hermana mayor, adecuada, madura y sensata. Razonando así, es lógico concluir que es mejor olvidarse del torpe pasado. Como las balas han suplido a las flechas. Pero esto es sólo ignorancia, y añado peligrosa ignorancia. Desde un punto de vista estrictamente científico, la mitología y la religión son expresiones del funcionamiento de la psique humana. Ellas guardan el secreto de lo que significa ser humano, el de dónde venimos y para dónde vamos, y cómo tenemos que comportarnos en esa travesía. Podemos decir que la Ciencia la produce nuestra mente, y la mitología/religión se ocupa de cómo se genera la mente desde las profundidades del alma. Se ocupa de saberes situados a profundidades aún mayores que las partículas y las galaxias. Todo esto es precisamente lo que trata de señalar la psicología junguiana, desde la estrictamente científica observación experimental.
La psicología ha redescubierto la legitimidad y actualidad del mito. Y ha explicado que no se trata de torpes explicaciones acerca de los rayos, los terremotos, la lluvia y la enojosa muerte. Pero el grueso de los pensadores actuales se empeña en ignorar tozudamente este redescubrimiento. Esto es malo. Porque las ideas van y vienen, las explicaciones científicas van y vienen, la mente va y viene, pero el mito es el alma colectiva, habita por encima de todo eso, y el alma colectiva estuvo y estará ahí siempre. Creas o no en él, el mito gobierna el destino de la Humanidad.
Otro asunto es la renovación de la comprensión míticorreligiosa que significa la evolución de las religiones establecidas, y sus dogmas. La creación e instauración de las religiones es un trabajo humano, que realizan los egos y sus mentes, que siempre van y vienen. Que aciertan un poco y se equivocan mucho. Es muy complicado entender la Gran Psique, o el Cielo, o los dioses (como nos guste decirlo). Es por eso que cuando decimos que la religión estará en el futuro tal y como estuvo en el pasado, no nos referimos al cristianismo. El cristianismo tiene muchas limitaciones (yo opino que desde el principio es una religión bastante pobre), encima está muy gastado ya, muy manoseado, y por eso mismo la Ciencia ha usurpado su trono desde hace ya mucho, mucho tiempo. El rey está enfermo, el bufón domina la corte. La religión futura aún la masa no la conoce. Igual que no conocía aún el cristianismo en el siglo I.
Lo del pensamiento mágico se explica con lo anterior. Hoy en día no deberíamos reírnos de la telepatía, la clarividencia, la premonición o la relación extraña, que llamamos sincronicidad, que conexiona las cosas del Universo más allá de la causa efecto, la gravedad, el magnetismo y todas las fuerzas físicas. El pensamiento mágico se equivoca muchas veces, lo mismo que el científico, pero en su esencia no es ni absurdo ni infantil. Como no son absurdos ni infantiles los sueños. El pensamiento mágico es la forma de pensar del inconsciente. Ahí es nada. Yo suelo poner ejemplos para ilustrar nuestra estúpida forma de comprender estas cosas. Por ejemplo, traigo a colación la rigurosidad, seriedad y sensatez que nos inspira el método cartesiano, la base de la Ciencia. Todo el mundo se pone muy serio ante una pizarra llena de fórmulas matemáticas en una clase de la Universidad. Pero Descartes elaboró su tratado después de recibir la inspiración a través de unas fiebres y unos sueños, que incluían vientos, iglesias, todas esas cosas mitológicas e irracionales. Recibió su inspiración a través del pensamiento mágico. Claro que ésta es la manera en que se han descubierto todas las cosas importantes en Ciencia: sueños, inspiraciones, éxtasis, eurekas. Si dependiéramos de la lógica y la voluntad para la creación, sea religiosa, artística o científica, no viviríamos muy diferentes a una manada de gorilas. La inspiración y la musa son las madres de todos nuestros inventos, así que, en realidad, el plano del pensamiento mágico es el padre de la posterior elaboración racional. Un hijo rebelde, pródigo, que a menudo destesta honrar a sus progenitores.
Esteban dice
Está interesante pero, por ejemplo, yo podría ser cristiano y decir que la actual separación de la ciencia y religión estaba profetizada como apostasía en la Biblia y que la religión futura sería la del anticristo y el falso profeta o algo así.
El problema es ¿Cómo saber dónde está la verdad y el error?
Es como siempre en el discurso religioso queda lugar a muchas posibilidades.
Ahora bien, me parece que te estás refiriendo al mensaje religioso como «inmanente», o sea como simple producto humano, despojado de la trascendencia. En ese sentido comprendería mejor lo que dices pero me surgiría otra duda ya que también nos posicionaríamos en una postura atea ya que negaríamos, a priori, la posibilidad de que alguna religión tuviera algo de verdad, siempre estaríamos afirmando que es producto humano o de un Inconciente o algo similar.
También me cuesta entender el concepto de alma. No sé a que se refiere Jung con eso, se supone que el alma no puede ser objeto de la ciencia.
Perdón por tantas preguntas pero no le alcanzo a entender a esta postura.
Juan Manuel dice
Ateos ignorantes, intelectos narcisistas y lo peor mal informados……, pero buenas personas.
Perdón por meter la cuchara, no lo he podido evitar ni he querido sustraerme…
Juan Manuel
Raúl Ortega dice
No sé a qué viene ese exabrupto, JM, pero quieras decir lo que quieras decir, creo que está fuera de lugar el tono. Contente y contenta, hombre.
Raúl Ortega dice
Estimado Esteban: el tema es demasiado vasto para que se te aclare en tres comentarios de blog. Con lo que te dije antes ya te tiré el anzuelo, pero si quieres profundizar en cuál es la idea del alma con la que nos movemos por aquí, o cuál es la diferencia entre decir las cosas desde la fe o desde la experiencia (que siempre es científica per se), tendrás que irte a esta sección:
https://www.odiseajung.com/psicologia-analitica-jung/index.php
De entrada te aviso que todo lo que creas saber ahora mismo sobre lo que es la mente humana, el alma humana y lo Inconsciente, lo tienes que poner a remojar, en standby, hasta que te enfrentes a los nuevos datos. Si no, cada vez que yo diga «inconsciente» o «psique» o «mente», tú vas a creer que sabes a qué me estoy refiriendo, cuando en realidad no es así, porque parto de otras premisas diferentes de lo que popularmente hoy se entiende por todo eso. Si en algo tienen razón plena los centifistas y los ateos, es que los tiempos en que la religión se trataba de libros llenos de rumores sobre divinidades que revelaban sus inquietudes a terceros, escritos a su vez por terceros, todo lo cual te lo crees, o no, ha pasado ya. Si los «jesuses» estuvieran en la Iglesia, y en la Biblia, nada más, entonces apaga y vámonos…
martín rosenberg dice
Que grande Onfray!!!!!
Ojalá que más gente se sienta «desengañada» que ofendida por el texto de Onfray, cuya traducción ya espero.
Lo novedoso, me imagino, por conocer a Onfray, es que esto sería una crítica al sicoanalisis desde una perspectiva fenomenológica y no epistemológica. Para la epistemología hace mucho rato que el sicoanálisi es comparable a la numerología o brujería.
Los filósofos hemos de proteger, resguardar el método científico, nuestyra más preciada conquista, de gente como Freud, o teorías de la generación espontánea y cuanta pseudo-ciencia ha quedado en el olvido (busquen en wikipedia). Sin dudas que esta obra de Onfray será considerada en el futuro como uno de los causantes de que el sicoanálisis pase a engrosar la lista de los «grandes errores ´científicos` de la historia».
Saludos a todos los sicólogos que leen esto y perdón por joderles la billetera (aun que por ahora muy poco).
Raúl dice
Tengo previsto volver a redundar en esta cuestión redactando un nuevo artículo sobre la falacia del mito del psicoanálisis. Pero sí, todo debiera girar, si queremos ser certeros legítimamente, alrededor del plano fenomenológico, a veces metodológico, a veces teórico… Si nos metemos en el campo epistemológico, disiento entonces de la crítica al Psicoanálisis, porque ésta es aplicable de la misma exacta manera a todo el resto de ciencias que, sin embargo, esa misma crítica deja impunes. En esta web cada dos por tres estamos atacando a ciencias aparentemente tan sólidas como la física o la biología, demostrando que son tan húmedas y acuáticas, o tan poco, como el psicoanálisis. Fenomenológica, teórica, metodológica, epistemológicamente…
El problema metodológico del Psicoanálisis y de la Psicología en general es su objeto de estudio, que no es «laboratorizable» ni, intrínsecamente, objetivable. Pero si convertimos eso en una lacra epistemológica, entonces encontramos el mismo problema en la selección natural darwinista, en la misma biología, como estamos hartos de señalar aquí, en la mismísima física, que en su actual «democritismo» trata de obviar que entre los átomos hay un vacío que no por ser como lo inconsciente, inasible, es inoperante (antes bien, es un elemento trascendente en su objetivo de estudio), o en el tiempo, que por más que creamos comprenderlo (a cada siglo de un modo distinto), seguimos sin saber de él, con epistemológica certeza, más que de la materia de los sueños (lo mismo para la ¿realidad? espacio). O en la mismísima astrofísica, hoy enfrentada a los misterios de la materia oscura, la corriente oscura y la energía oscura igual que el psicoanalista al Ello, o al Inconsciente Colectivo (también preparo un artículo sobre esto). La mismísima matemática no es más que un lenguaje, que, como todo lenguaje, no es capaz de decirnos nada de la realidad a través suya que no hayamos puesto en ella antes. Si seguimos al pie de la letra a Wittgenstein con su «De lo que no se puede hablar, hay que callar», entonces deberíamos silenciar, de una vez por todas, a toda la Ciencia en su conjunto.
Dicho de otra manera: si el estricto empirismo democritiano quiere distinguirse como el único saber legítimo, hay que saber que la epistemología enfrentada a él no le deja ni los huesos, corriendo la misma suerte que él desea para la metafísica.
Juan Manuel dice
Los juicios, el psicoanálisis, las rocas, nosotros, el siglo XX!, los prejuicios, el día de hoy, los dramáticos y maravillosos sucesos de toda índole que han barrido el mundo en estos ultimos años,..todo pasa, por que lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino y desvanecerse al caminar…, la muerte como meta, como para tirarnos de los pelos a estas alturas.
Y hablando de numerología y de este rescate arequetipico desde la oscuridad de una caverna minera hacia la luz en 33 dias…..
Coincidencias del rescate minero en torno al número 33
MINA SAN JOSÉ, Chile (AFP) – Son 33 los mineros que quedaron atrapados en un yacimiento en el norte de Chile y 33 los días que tardó la perforadora en terminar el túnel por donde el miércoles se inició su rescate, entre otras coincidencias numéricas que las familias y autoridades se han tomado con humor.
Y por si fuera poco, el esperado rescate se inició el 13 de octubre de 2010, es decir, el 13/10/10, cifras que, sumadas, también dan 33, un detalle que el propio presidente Sebastián Piñera hizo nota al participar en el comienzo del operativo.
El número se repite porfiadamente y está en boca de todos. «La labor total tomó 33 días, un día por hombre, creo en la numerología, algo tiene que haber aquí», aseguró Mijail Proestakis, gerente de la empresa Driller Supply, que participó en las tareas de perforación del ducto de 622 metros de extensión y un diámetro de 66 centímetros, que partido por dos da también 33.
Para abundar, el recorrido en ambulancia desde el yacimiento hasta el hospital de Copiapó, la ciudad más cercana, dura también 33 minutos, según señaló entre risas el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
«El 33 aparece en todo, todo coincide, es un milagro», dijo a la AFP María Segovia, hermana del minero Darío Segovia, respecto de esta curiosa circunstancia.
Muchos familiares, de una gran devoción católica, recuerdan también que la edad de Cristo al morir fue de 33 años.
Los 33 mineros quedaron atrapados el 5 de agosto tras un derrumbe en el yacimiento San José, en medio del desierto de Atacama, 800 kilómetros al norte de Santiago. Hasta el miércoles, más de la mitad de los atrapados ya estaba en la superficie.
Desde las profundidades, cuando no dieron con ellos hasta el 22 de agosto, los mineros escribieron en un papel la frase «estamos bien en el refugio los 33», y lo amarraron a la máquina de sondaje que los ubicó. Esta frase ocupa 33 espacios o caracteres al ser colocados en una página de diario.
El hecho se prestó incluso para una broma. Durante las labores de rescate, periodistas y familiares comentaban sobre la posibilidad de que, al ser llevados al hospital para su chequeo general, el médico iniciase la consulta al paciente diciéndole: a ver, diga 33.
Raúl Ortega dice
Arquetipos importantísimos de esta época: claves 11, 22 y 33. Todos aquellos que los «padecen» en sus carnes entenderán a qué me refiero, y no se habrán extrañado nada, pero nada, de esta injerencia numérica en el tema minero.
Rápida ilustración: 33 es número de crucifixión, de tensión de opuestos, de entrada en los infiernos y de ulterior renacer. Visto así, espero que se entienda un poco más por qué ese «ataque» del 33 justo en el meollo de la experiencia chilena.
Luis dice
EL psicoanálisis es el mayor fuego prometeico jamás conquistado para los hombres. Negar por negar no conduce ni al ateísmo ni a ninguna liberación humana.
Raúl Ortega dice
Voy a subir ya mismo unos videos de los debates que ha mantenido al respecto Onfray en las televisiones francesas.
roberto dice
No les parece que tanto comentario resulta promocional a las ventas de este ignorante?
Raúl Ortega dice
¿Cómo no seguir dando cabida a un debate como éste aquí? El efecto secundario es que no hay manera de no beneficiar o no perjudicar a alguien…
Nuevos datos:
Onfray versus Freud 1
Paco dice
La critica de Onfray es superflua, pero plantea una cuestion importante que no veo reflejada en el articulo: a que llamamos curación? curarse significa no volver a necesitar ningun tipo de soporte terapeutico? O ser una persona funcionalmente adaptada? O ser feliz? O dejar de sufrir? O Dejar de padecer un sintoma?
Creo que segun entendamos la curacion, adoptamos uno u otro punto de vista epistemologico y aceptamos un enfoque diferente del hecho de Enfermar.
Aunque es cierto que la misma critica que se hace a Freud, puede hacerse a todos los enfoques terapeuticos, no podemos hacer un Todo vale y meter la homeopatia y lo que se me ocurra en el mismo saco. Hay enfoques y desenfoques ( espiritualistas, merafisicos etc).
Raúl dice
Ahí tenemos una cuestión primordial, en mitad de esta polémica, estoy de acuerdo: ¿qué baremo usamos para hablar de curación? Obviamente, el autor va a lo más simple y se preocupa solamente de la desaparición de síntomas. Pero ya esto es muy complicado, porque los desplazamientos facilitan la transformación de síntomas evidentes en otros casi invisibles, que podrían pasar desapercibidos para el forense de turno. Unido al hecho de que hay enfermedades mentales, no tan raras, que son egosintónicas: el sujeto se siente perfectamente bien, mientras el entorno es consciente de su evidente locura (pensemos en lo sano y curado que se siente un bipolar en estado maníaco).
Para añadir un ítem más a esta polémica: hay problemas mentales muy aparatosos, sin embargo bastante inocuos, cuya existencia y desaparición se hace fácil comprobar para el experimentador (por ejemplo, ciertos cuadros histéricos). Angustias existenciales, vacíos relacionados con el sentido de la vida, pueden ser problemáticas devastadoras, causas de una agónica desintegración, y son cuadros que fácilmente pasan desapercibidos para, por ejemplo, el DSM, que, por cierto, de manera muy sospechosamente caprichosa, en cada nueva versión etiqueta como sanos ciertos cuadros que aparecían nocivos en la versión anterior y viceversa.