Ángel Almazán acaba de publicar en su blog un pequeño artículo sobre la figura del niño divino en los sueños, a raíz del cual se me antojan algunos comentarios. Jung, en la carta a su analizanda Joan Corrie, dice:
«El niño no viene de ninguna parte, no existía hasta que ha sido generado por uno en todas partes, donde se ha ocultado como un dios desmembrado y disperso. Este niño en su infinita pequeñez es la individualidad que usted desarrolla, y con práctica, es un dios».
Me parece propio de una soberana inflación andar diciendo por ahí que el niño divino, germen del Self, lo genera «uno». Ciertamente, es una comunicación privada, donde uno puede permitirse alguna imprecisión, pero, una vez hecha pública, la acotación, la aclaración, es perentoria. Mi sobrino de seis años hace ya varios que viene contándonos que mantiene conversaciones con un amigo imaginario que llama «el abuelo antiguo», y que describe como un señor anciano de otra época, que fuma en pipa, y que le instruye de vez en cuando con sentencias filosóficas de gran calado, que luego él nos vierte parafraseándolas como puede. Mi sobrino tiene cierta predisposición mediúmnica, la cual le ha otorgado ya el don de la precognición certera en alguna ocasión. En el caso de mi pequeño pariente, tenemos a un niño que «sueña» con un anciano sabio, justo al contrario que la Corrie, que es una adulta que sueña con un niño lúcido. El problema, por tanto, de quién genera qué, quién es el padre, el hijo, el abuelo y el nieto, hay que planteárselo con más sagaz perspectiva de la que sostiene Jung en esa carta. Ni jung, ni nosotros, podemos perder de vista un instante que el primer carácter del arquetipo es ser eso, arcaico, lo cual quiere decir generado in illo tempore. La forma de hablar de Jung, sin embargo, parece querer conducirnos a pensar que el niño divino, el Self en última instancia, es un logro humano que se consigue en el ámbito temporalmente finito de una vida humana. Tremendo. Eso es confundir gravemente individuación, nacimiento y crecimiento de la verdadera personalidad y destino de una persona, con la generación de los arquetipos, los dioses, en sí mismos.
Según mi experiencia, la mejor forma de entender esa figura del sueño es tratar de captarla como una conjunción de dos factores, uno humano y otro divino. Lo humano es la nueva personalidad naciente de la analizanda, que comienza a desarrollarse en consonancia con su propio Self, y que, por tierna aún y prematura, el sueño la presenta como niño. Es el niño como simbolización del novicio, el iniciado (de inicio). Lo divino es el Self mismo, el padre de esa criatura, de la que el niño está imbuida, y que el niño así mismo representa. Podríamos decir que ese niño es un hijo a la vez del Self, de Dios, y de la soñante, su madre humana, regresando otra vez al enorme problema inserto en la cultura cristiana sobre las sustancias del Hijo y del Padre. Visto así, es un sueño muy navideño. Cuando los eternos, viejos y barbudos dioses se encarnan, y mezclan su cuerpo sutil con la grosera materia del establo, lo hacen en forma de niño, pues pasan a padecer (digámoslo así) el necesario desarrollo ontogenético humano.
Aunque yo afinaría aún un poco más. Todo esto tendría estricto sentido si en vez de un niño la figura del sueño fuera una niña. Como varón, ese niño me parece que representa más bien no la nueva personalidad de la soñante, su joven yo en desarrollo individuatorio, sino su animus Puer eterno, el mensajero, a las órdenes del Self. El daimón que aparece en su vida para liberar a su ego de las estructuras rancias del complejo paterno sobre el cual se construye el superego, especialmente femenino. Eso sí: la simbiosis entre el animus Puer y el ego que empieza a crecer dentro de la mujer cuando despierta al Self es una mezcla casi indiferenciable.
Otra desafortunada declaración es la de von Franz:
«Así, el rótulo puer aeternus significa «joven eterno», pero también lo empleamos para designar cierto tipo de hombre joven que tiene un destacado complejo materno y por tanto una serie de comportamientos característicos, que intentaré describir seguidamente».
El patinazo de Franz en su estudio del Puer me temo que van a hacer falta varias generaciones de junguianos para arreglarlo. Ya vemos que ella duda, y va y viene, definiendo al Puer según el grandilocuente mito, y corrigiéndose a sí misma rápidamente haciendo alusión a las inferioridades del carácter. ¿Es un héroe, un dios, o un pobre tarado? Este vaivén inseguro debe bastarnos para darnos cuenta de que es un problema que ella no ha resuelto, y que no resolverá en las decenas de páginas de su célebre ensayo. Hillman, sin embargo, es mucho más certero. Si tiene que hablar de «complejos familiares», va a acudir al complejo paterno, al enfrentamiento Hijo-Padre, y no al materno, lo cual va en una dirección que el mito mismo avala a grandes voces. Y como ejemplo de desarrollo completo del Puer usa a Ulises, lo cual es muy brillante: sin una biografía épica, llena de aventuras dionisíacas y ascéticas, llena de «desmadres» y «despadres», sin audaces misiones y sueños de tierras lejanas, sin inspiradas intelecciones filosóficas e ideas artísticas, el Puer no lo es realmente. Como ya he dicho en muchas ocasiones, el complejo materno del Puer viene de su fuerte simbiosis con lo que Goethe llama Las Madres: los arquetipos, las parcas, los habitantes del Hades, de lo Inconsciente Colectivo. Lo cual en la tierra toma forma de Madre Iglesia y/o de ménades y sirenas salvajes. El complejo materno del Puer hay que reinterpretarlo como una compulsiva atracción hacia una radiactiva anima, poder sólo superado por la aún más compulsiva atracción hacia Saturno, el Senex.
Ángel Almazán dice
Bien por tu comentario Raúl a este post que he puesto en mi blog. El Sí-Mismo es el padre-madre-Todo del psiquismo, desde una perspectiva junguiana, así que es evidentemente «inflaccionista» atribuir al «ego» la conscienciación de esa «chispa divina» en la que el alma humana está inmersa. Puede deberse a una forma simple de explicarse Jung ante una persona lega, para que lo entendiera más fácilmente. Puede deberse a que por aquella época atribuía al ego una importancia decisoria que dejó de dársela posteriormente hasta el punto de afirmar que el ego no era sino un complejo más, importante sí, evidentemente, pero «un complejo», no el Centro (como ya lo aventura aquí, por cierto). En fin…
No he leído el monográfico de Von Franz sobre el Puer Aeturnus, aunque lo tengo desde hace un año… pero no me sentí movido a leerlo (sí en cambio otros libros de Von Franz, que lo he hecho con mucho agrado). Y no puedo hablar sobre el Puer Aeternus porque es un «arquetipo» sobre el que no he investigado, como sí lo he hecho en otros… así que poco más puedo añadir.
Un abrazote… Ángel
Raúl Ortega dice
Elizabeth Gilbert, la de mi anterior post, nos ofrece en su libro una visión de estas cosas absolutamente lúcida, como corresponde a una avezada Puella que lo es:
«Recuerdo una cosa que leí una vez, una máxima del budismo zen que dice que un roble lo crean dos fuerzas simultáneas. Evidentemente, la primera es la bellota, la semilla que contiene la promesa y el potencial, que al crecer se convierte en el árbol. Eso está clarísimo. Pero son pocos los que reconocen otra fuerza importante, la del árbol futuro, cuya ansia de existir es tan enorme que hace eclosionar y brotar la bellota, llenándola de vigor, guiando la evolución desde la nada hasta la madurez. Hasta tal punto que, en opinión de los filósofos zen, es el propio roble quien crea la bellota de la que nace.
Pienso en cómo es la mujer en que me he convertido, en cómo es mi vida y en las ganas que tenía de ser esta persona y vivir esta vida, liberada al fin de la farsa de querer ser otra distinta. Pienso en todo lo que he aguantado hasta llegar donde estoy y me pregunto si habré sido yo de verdad —me refiero a la mujer feliz y equilibrada que va medio dormida en la cubierta de esta barquita pesquera indonesia— quien ha tirado de mi yo joven, confuso e inseguro durante todos estos años tan difíciles. Mi yo joven era la bellota llena de vigor, pero ha sido mi yo mayor, ese roble ya existente, quien ha repetido una y otra vez: «¡Sí, crece! ¡Cambia! ¡Evoluciona! ¡Ven donde estoy yo, que ya tengo plenitud y madurez! ¡Tienes que crecer para unirte a mí!» Y quizá fuera esa versión mía —totalmente actualizada hoy— la que sobrevolaba por encima de la chica casada que lloriqueaba en el suelo del cuarto de baño y quizá fuera ese yo quien susurró cariñosamente al oído de esa chica desesperada: «Vuélvete a la cama, Liz», sabiendo perfectamente que todo iba a salir bien, que nos acabaríamos encontrando aquí. Precisamente aquí, justo en este momento. Como ese yo feliz y tranquilo llevase toda la vida esperando a mi otro yo, esperando a que llegase para reunirse de una vez».
Efectivamente, Ángel: así, con esta misma sensibilidad de la que hace alarde la Gilbert hablaría Jung luego del proceso de individuación y sus causas. Sus «por qués» y «para qués». Mucho mejor…
Christian Rodway dice
Hola Raúl:
Extraordinaria cita de Elizabeth Gilbert, que por demás es un proceso citado por varios místicos modernos, denominado el «Yo superior» (sin duda relacionado con el Self). Cito a «Platón y el Cine»:
«Si superamos la visión lineal del Universo, quizás aquel que un día seremos vendrá en nuestra ayuda, así como nosotros podemos ir en ayuda de aquel que una vez fuimos. La evolución y la imaginación nos permitirán estos viajes…»
Esta maravillosa intuición puede verse en «Harry Potter y el prisionero de Azkaban», «La Fuente de la Vida» y «La esposa del viajero en el tiempo».
Un abrazo, Christian
Raúl Ortega dice
Hola, Christian:
O la bazofia que vi hace un par de días, «Ticking Clock», donde un asesino en serie viaja desde el futuro a instruirse a sí mismo en su estado anterior de niño huérfano de 9 años, por poner un ejemplo de cuentos que se ocupan del Padre Negro, el lado oscuro del roble y la bellota. Ya puestos, también podemos traer a colación la saga «Regreso al futuro». Por cierto, a Jung le gustaba mucho citar el relato de Goethe donde asegura que un día se cruzó consigo mismo, su yo futuro, ya anciano, paseando por un camino. Tal y como conversábamos en el otro post, está claro que todo lo que tiene el futuro de predeterminado anula la linealidad del tiempo (si entendemos que en esa predeterminación hay algo más que el mero principio positivista de la causa-efecto, claro), y hace que el roble sea coetáneo, o anterior, a la bellota, lo mismo que convierte ciertas aparentes consecuencias en causas. En esto Aristóteles, con su profunda inspiración alrededor de la teleología, impulsa fuertemente las velas platónicas, en contra de lo que hace la mayor parte del tiempo.
Raúl Ortega dice
Ah, una cosa, Ángel: estuve tratando ayer de informarte de mi aportación a través de dejarte un comentario en tu noticia, pero nada, no pude… Me exigía tener una identidad de OpenID, Facebook o yo qué sé, que no tengo. Si puedes activar en tu blog los trackbacks o backlinks, yo te aconsejaría que lo hicieras. Así podemos informarnos automáticamente de los aportes cruzados.
Un abrazo
Nora dice
Raulito, tan sólo contarte que hoy ha muerto en su casa y en su cama, Rafael López Pedraza. Un hombre bueno, que tanto aportó como analista a la Psicología Analítica. Hace muchos años, tuvimos una entrañable conversación telefónica en donde aún muy joven, yo me dolía de no pertenecer a ninguna institución. El hizo un silencio, y a continuación con su inolvidable tono cubano me respondió: sabe chica con qué rima institución? Con huevón!!!, y lanzó una carcajada trepidante.
A su salud pues!
Raúl Ortega dice
A su salud, dos litros de mosto. Descanse en paz el egregio arquetipal, de regreso al mundo imaginal. Aunque bien sabes que no pertenezco a la secta junguiana que él co-fundó, sí que me humillo con él ante nuestro común norte: Dionisos. Ahí queda su libro «Dionisos en el exilio», que daba la pista para descubirir que el camino del exilio es la senda del reencuentro con Él.
José Antonio dice
Hola Raúl, buenas noches:
Después de un viaje al Sahara, en el que monté sobre un camello el mismo día de la epifanía, 6 se enero, donde pude deleitarme con la visión del Desierto (esta vez fuera, pues durante largos años lo tuve que atravesar dentro), sobre las dunas de merzouga, disfrutando de la puesta del sol y del camino de regreso a las haimas en una noche estrellada, donde dormimos, mi pareja y yo, no sin antes bailar una danza al son de los tambores tan bien orquestados por bereberes y beduinos, ampliando lazos con nuestros hermanos alter egos o sombra marroquíes, a quien tanto aprecio profeso… justo tras regresar de un viaje mítico, veo que has publicado una entrada sobre el arquetipo del puer aeternus, apuntalando lo que Ángel Almazán decía en su entrada.
Resalto lo último que dices en tu entrada:
«El complejo materno del Puer hay que reinterpretarlo como una compulsiva atracción hacia una radiactiva anima, poder sólo superado por la aún más compulsiva atracción hacia Saturno, el Senex.»
Exacto. Hace ya unos años escribí un artículo monográfico dedicado al arquetipo del puer aeternus, donde hablé, en una primera parte, del aspecto negativo o la sombra del puer, y los peligros que hay que confrontar, precisamente referido al complejo materno (negativo o positivo) y, en una segunda parte, me referí al aspecto positivo del arquetipo del puer, en términos semejantes a los que tú apuntas en esta entrada. En mi próximo libro, enfatizo este último aspecto y voy un poco más allá que en el artículo al que hago mención. De hecho, si tuviera que escribirlo ahora, cambiaría algunos puntos. Especialmente, los referidos al tema que von Franz apunta en su libro, y que no compartía. Sobre todo cuando analiza el principito, por no hablar de la reducción de arquetipo del puer a un complejo materno, exclusivamente. Que pueda manifestarse a través de una suerte de simbiosis hijo-madre, esto no elimina el verdadero meollo del puer, su atracción por el arquetipo anima (y su contacto directo con lo Inconsciente Colectivo Psicoideo, por consiguiente).
Enhorabuena frater!
Un abrazo
José
Raúl Ortega dice
Excelentes cabañuelas me traes de Año Nuevo… Adelanto que este año será para ti de próspero seguimiento de la Estrella de Belén, como corresponde a todo jinete de dromedario, y analizando tan efusivo rito de fertilidad no me extrañaría que en 2011 ¡tuviéramos boda! 🙂
El otro día reflexionaba sobre la vida de la intrépida aviadora Amelia Earhart, coetánea de Antoine, con una épica paralela, puella a reventar como lo es toda magna atenea, con un jugoso complejo paterno como debe ser. Con su muerte trágica, etc. No nos falta un detalle. ¿A qué esperamos los junguianitos para estudiar lo que realmente es la puerilidad más allá de los tópicos que nosotros mismos nos hemos inventado? Hay mucho material biográfico por ahí, si es que la introspección psicológica nos sabe a poco, o es inasible. Pero es que nos centramos en Fulano, y se nos pasa que a dos metros tenemos a Mengana, mostrándonos lo mismo, desde otra perspectiva, para que podamos comprender el todo mejor. Ay, Franz… Con lo que yo te quiero…
Para abrir boca: http://es.wikipedia.org/wiki/Amelia_Earhart
Un fuerte abrazo
José Antonio dice
Siendo un lego en esta materia me acerqué al puer a través del clásico de Von Franz, y seducido por su brillantez intelectual me enredé en la maraña formada por los dos hilos que utiliza la autora -puer, complejo materno- para tejer la red con la que da caza al dios alado. Ya en las primeras páginas dice «Hasta ahora hemos dibujado una breve síntesis de los principales rasgos de ciertos jóvenes que se ven atrapados por un complejo materno, y de este modo, hemos identificado el arquetipo del puer», y luego, líneas más abajo continua «Un hombre con un complejo materno siempre intentar´luchar contra su tendencia a convertirse en un puer aeternus ¿cuál es la cura?». En fin, un lío.
Para aclararme un poco la confusión ?me podéis explicar que significa que el meollo del puer es su atracción por el arquetipo del anima, y la aun más compulsiva atracción hacia saturno (un anima, radioctiva).
Raúl Ortega dice
Con la metáfora «anima radiactiva» me refiero a un anima constelada poderosamente, que ejerce como tal en todos sus planos y alcances. El anima se constela como sirena a su alrededor, que lo atrae fuertemente, empezando por el sexo, y continuando por la relación de pareja. Pero rápidamente ese plano se complica; desde el nivel «Eva» del anima saltamos al de «Helena» (la musa), que arranca jirones a la energía sexual para trasladarla a lo artístico, en tormentosas historias románticas. Y la cuestión no se detiene ahí, porque sin solución de continuidad aparece el plano Sofía, que es Filo-Sofía.
Así nació la filosofía junguiana, sin ir más lejos. Las amantes de Jung, ese que desde pequeño sentía una relación especialmente numinosa con «madre», acabaron concentradas en la Salomé, el anima pura, sólo accesible en estados alterados de conciencia. Después del tormento romántico, Jung empezó a pintar, a jugar artísticamente. Y el proceso continúa hasta que llegamos a Elías, a Filemón, a través del cual se postulan los nuevos contenidos que se vierten en su conciencia, y de ésta a su obra. En Filemón tenemos a Júpiter, si queremos, el gurú. En Freud tenemos a «Darth Vader», el Saturno, su padre negro. De este modo, el destino del Puer, que es el hombre o mujer de tipología fuertemente intuitiva (el hombre médium), se cumple. Y esto es un arquetipo universal.
Hablar sólo de complejo materno en mitad de todo esto es contar de la misa bastante menos de la media. Sin hablar de las poderosas relaciones con padres, negros y blancos, al lado de la poderosa influencia femenina, sin hablar de arte y filosofía al lado del donjuanismo (síntoma propio de cierto estilo de complejo materno), no estamos haciendo otra cosa que tergiversar el estudio. Sólo cuando todo queda replegado a problemas personales con la identidad sexual, la promiscuidad compulsiva, las relaciones interpersonales (con la propia madre y/o el resto de mujeres), podemos hablar en propiedad de complejo materno. Es decir, cuando la persona está atrapada en un problema en nivel «Eva», el cual es propio de la adolescencia. Los asuntos de la reproducción, la pareja y la familia son asuntos adolescentes, asuntos de juventud, aunque se prolonguen hasta los 100 años. El amor es un puer eterno, por eso Cupido se representaba niño. Pero entendida esta eterna puerilidad al estilo en que la quiere entender Franz: como una fijación en ese estado inicial de la libido. Que, por otra parte, es el estado máximo de madurez de la gran población mundial. El auténtico puer eterno, sin embargo, se caracteriza precisamente porque sus fuertes complejos, paternos, maternos y de todo tipo, se abren rápidamente a los arquetipos que están detrás, provocando una biografía creativa en constante intento de desarrollo y transformación (se malogre o no), que lo saca hacia planos impersonales y a menudo impopulares, como un joven rebelde eterno en constante estado de aprendizaje.
José Antonio dice
!SUENA FASCINANTE!
La primera vez que entré en tu blog lo hice al toparme con
Alexandra David-Néel, y me entusiasmó. Soy un extrovertido intuitivo y me sentí identificado con las inquietudes de Alexandra (para mi desgracias no con sus viajes)
Y todo lo que escribistes allí, así como en este último comentario coincide con mi retrato vital. Así cuando afirmas «sus fuertes (del puer) complejos paternos, maternos y de todo tipo, se abren rápidamente a los arquetipos que están detrás, provocando una biografía creativa en constante intento de desarrollo y transformación» me he visto ahí: tengo cuatro hermanos, con los mismos padres, y sin embargo parece que yo sólo he sido el que me he quedado cogido con esos complejos ¿o fue que esos complejos se abrieron, como dices, a los arquetipos que hay detrás, y fueron estos los que me han zarandeado? ¿Han sido en realidad estos arquetipos, estos dioses, los que han tirado de mí, me han espoleado, y castigado por negarme a rendirles tributo, por negarme a darles entrada en mi panteón personal al no reconocerlos como divinidades? Lo cierto es que me vi en una eterna búsqueda, con sus picos, valles, aventuras y desventuras,con un cuestionamiento de todo,uno mismo el primero, unas ansias de libertad, y de complicarme inevitablemente la vida, que no compartían mis hermanos, , ni mis vecinos. Volé, pero no por ansias, sino con ansiedad: el suelo se abrió bajo mis pies, una realidad sobre la que había caminado con gran seguridad gracias a mi rol de buen hijo y buen estudiante, comenzaba a deshacerse. No es que yo quisiera huir de esa “realidad”, evadirme,(algo con el que se acusa recurrentemente al puer) más bien esa realidad, esos roles, se desmoronaban dejando un vacío aéreo. Sin antiguos moldes, sólo puedes buscar unos nuevos, hasta que ves o intuyes por cansancio o aburrimiento, que lo que has de hacer es aprender el arte de la alfarería. En mi búsqueda de un poco de sentido a lo que me sucedía acudí a la lectura de Jung, pero era demasiado compleja para mí (era aun demasiado joven, quería aprender a bucear antes saber nadar), y me fui a Freud-Darth Vader y a los reductores de cabezas. Desde ahí me vi como un ser desestructurado, había algo erróneo en mí, en mi estructura Desde esa perspectiva un extrovertido intuitivo está condenado, es alguien que escapa del principio de realidad (pero como ya te dije para mí el idealista es el más realista de todos los realistas, ve todas las realidades posibles). Pero cambias de lugar, un ligero viraje, y ves que tu desestructura no es errónea, sino que es una dinámica estructurada, con un patrón, o más bien en busca de un patrón propio . Y seguí buscando y volví a Jung-yoda y a los junguianos, llegué a Júpiter .De Von Franz devoré «La leyenda del grial» y después «El puer», que se me indigestó: la verdad aquello parecía Garfio dando caza a Peter Pan !y venciéndolo!. !Von franz parecía haberse pasado al lado oscuro!
Con respecto a lo que dices del anima radioactiva…me temo que soy presa de ella. Siempre tan platónico en mi adolescencia primera, tan tímido, temblando ante una chica venus como quien tiembla ante una diosa (y es que yo veía a una diosa, y ¿qué ser humano no tiembla ante una divinidad?, sólo un dios o quien se crea un dios) ,y después el apresamiento por la musa y sofía (mis dos vocaciones son la pintura y la psicología, entre ambas me desgarro). En fin, gracias por responder a mi comentario, y por dar un poco de luz a los puer que andamos o volamos o revoloteamos oteando el horizonte.
He leído tambien el post sobre “Comer, rezar, y amar” (he tenido que corregir lo escrito porque había puesto en un principio“sobre el comer, beber y rezar”, un desliz incosciente bastante significativo), y lo he encontrado entusiasta y entusiasmante. Veo en mí esa sombra carnavalesca, sibarita, sibilina y libertina . Gracias por entusiasmarnos…me reconozco como puer, con ese don que es la intuición extravertida, un regalo que no aceptado se convierte en veneno. Entro en el nuevo año con plena consciencia de mi carácter-destino, reconociendo en mí la “física de la búsqueda”; así y por primera vez, después de muchas vicisitudes,malentendidos, me siento contento de saberme inevitablemente puer.
Postdata: Muchas gracias por responderme tan extensamente ¿podrías indicarme algún autor, obra que profundice y esclarezca el tema del anima?
Raúl Ortega dice
Tus declaraciones resumen perfectamente toda la realidad del asunto, y exponen con la claridad que sólo la práctica es capaz de desvelar todos los entresijos de la problemática. Queda evidenciado, por ejemplo, que en una terapia psicoanalítica, que se sustenta en el Verbo, la filosofía, que trata de arreglar cosas a través de la comprensión, del conocimiento, si su teoría no atina, anda despistada, encona aún más el mal. Esto es lo espeluznante: la buena ciencia quizás ayude a sanar algo. La mala, siempre destruye. Podría decirse que a veces (¡muchas!) es más sano vivir en la ignorancia que en el error. Mejor una copa vacía que llena de barro. Pero hoy la verdad se vende como relativa. Todo el mundo, como culo, tiene una opinión. Está todo embarrado. Y, además, tenemos que respetarla, aunque delante de nuestras narices veamos cuánto daño está infligiendo… Me duele tu deambular taciturno por la baja estima debido al mal trabajo de un par de sesudos que actuaron irresponsablemente. Pasarlo fatal porque la sociedad ni entienda ni respete al puer es normal, un gaje del oficio. Pero a los especialistas hay que exigirles responsabilidades. Filosóficas, que en este caso son lo mismo que deontológicas. Sin embargo, al mismo tiempo, tú has vivido también en tu carne aquello de que el espíritu sopla donde quiere, y escribe derecho por más que lo quieran torcer. La verdad es la vida, y ambas se abren camino (Dios mediante, claro). El puer, para su maldición y bendición, se debe a la autoridad de Filemón antes que a cualquier mascarada externa. Su espíritu crítico natural y su irreverencia frente a la autoridad temporal lo protegen de caer en el desánimo desesperado sobre sí mismo y el mundo, según lo que le llega reflejado desde él. Claro, que no siempre…
El tema del anima, en la obra junguiana, está desperdigado por aquí y por allá, como todo lo demás. A veces un parrafito en un sitio, en passant, es más revelador que un capítulo ex-profeso. En Relaciones entre el yo y lo inconsciente (aparece dentro del Volumen VII) y Arquetipos e Inconsciente colectivo (XIX-1) Jung está bastante inspirado con el tema. Pero el Libro Rojo también ayuda a comprender cosas nucleares, y el mismo Santo Grial de Franz, también. Aunque mucho más Alquimia. Tengo un ensayo antiguo al respecto. Debería corregirlo en las formas, pero de fondo sigo suscribiendo bastante de lo que cuento ahí:
https://www.odiseajung.com/jung-psicologia-ensayos/ensayo.php?tit=Ortega-Jung-Serpiente-I
Tomo tu comentario como regalo de cumpleaños. La fascinación es mía.
Nora dice
Feliz cumple señor Ortega, y que la vida te bendiga!!!
Raúl Ortega dice
Gracias, gracias… Lo mismo digo, aunque sea día para ti de no-cumpleaños… 🙂